Anclas de Papel

«Señor Dios Todopoderoso, gracias por tu misericordia la cual se renueva cada mañana, gracias porque llamaste a la puerta de mi corazón cuando andaba sin rumbo, sin propósito y lleno de dudas. Ahora que moras en mí, te pido ayuda para que cada día pueda ser testimonio de tu amor y bondad para quienes me rodean. Amén.»

«Porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra», Santiago 1:6b

«Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”, Colosenses 3:2

«No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón», Mateo 6:19-21

Antes que Jesucristo morara en nosotros, andabamos sin rumbo, sin propósito, como un barco a la deriva, guiados por las olas sin conseguir darle rumbo a nuestra vida, colocando anclas de papel llamadas dinero, malas amistades, sexo, drogas, etc. todas ellas efímeras, frágiles, inútiles que fueron pasando y destruyeron nuestro ser. Pero llegaste tú como estrella de la mañana a darle sentido y claridad a nuestra vida, hiciste de nosotros nuevas criaturas, levantando nuestra mirada para que no estuviera puesta en las cosas de la tierra, sino puesta en ti Jesús, el autor y consumador de nuestra fe (Hebreos 12:2). A medida que te conocemos nos enseñas con tu palabra a hacer tesoros en el cielo dándole sentido eterno a nuestra efímera vida en la tierra.

Solo tú eres nuestra ancla fuerte, inquebrantable, eterna, que le das propósito, estabilidad y equilibrio a nuestro barco, nos has elegido como hijos y has derramado sobre nosotros tu Santo Espíritu para que podamos tener una relación personal contigo y seamos luz y testimonio de ti para los demás. Ya no somos como las olas del mar, tenemos un futuro y una esperanza seguros en Jesucristo.