Crónicas de un pecado anunciado. Parte 3
2023-07-10
1. Oración inicial
«Padre Dios lléname de tu Santo Espíritu, mantenme firme en tu camino, cólmame de tu poder para vencer la tentación y no ceder al pecado. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Venida la mañana, escribió David a Joab una carta, la cual envió por mano de Urías. Y escribió en la carta, diciendo: Poned a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y retiraos de él, para que sea herido y muera. Así fue cuando Joab sitió la ciudad, puso a Urías en el lugar donde sabía que estaban los hombres más valientes. Y saliendo luego los de la ciudad, pelearon contra Joab, y cayeron algunos del ejército de los siervos de David; y murió también Urías heteo… Oyendo la mujer de Urías que su marido Urías era muerto, hizo duelo por su marido. Y pasado el luto, envió David y la trajo a su casa; y fue ella su mujer, y le dio a luz un hijo. Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová”, 2 Samuel 11: 14-17; 26-27
3. Reflexiona
En el devocional previo vimos cómo el pecado, cuando se le da rienda suelta al igual que una bola de nieve, se hace cada vez más grande y destruye todo a su paso. Lo que para David empezó con un simple deseo que entró por sus ojos, terminó en adulterio, violación sexual y asesinato. La palabra de Dios claramente advierte: y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen (Romanos 1: 28).
Como ya habíamos dicho, aun los hombres más bondadosos son escoria cuando se sueltan de la mano de Dios. Como está escrito: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” 1 Corintios 10: 11-13. Como sus hijos amados, contamos con la ayuda de nuestro Padre Dios para resistir las tentaciones o embestidas del enemigo. Hemos recibido al Espíritu de Dios y mientras nos mantengamos llenos de Él mediante la oración, la palabra de Dios, el servicio y la obediencia, nadie nos podrá hacer frente. El Espíritu de aquel que levantó a Cristo de entre los muertos, vivificará nuestros débiles cuerpos mortales con su poder.
A David no lo hizo grande ni su reino, ni su fuerza, ni su bondad. Lo hizo grande su corazón arrepentido y dispuesto a rectificar. Sufrió las consecuencias del pecado, pero jamás perdió su posición como hijo de Dios y heredero de su reino eterno.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
Escúchanos en Spotify
Puedes compartir este devocional en Facebook, Whatsapp, Twitter y LinkedIn