Amor del Padre en Acción. Parte 1

«Padre Dios te pido que mi fe y confianza en ti crezcan a medida que conozca, entienda y compruebe cuánto me has amado; gracias por poner tu amor en acción y no escatimar a tu propio Hijo para darme perdón de pecados, salvación y vida eterna, pero también para poder experimentar tu amor de Padre.»

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16

Hoy en día podemos encontrar en la sociedad, en medio del desarrollo tecnológico y del avance de la ciencia, hombres y mujeres perdidos, sin dirección, sin identidad, sin un propósito de vida y, lo peor, llenos de incredulidad y faltos de amor (Lucas 18:8b y 2 Timoteo 3:1-8).
Es más, debido a la rapidez con que nos movemos hoy, a nuestras ocupaciones y a las ideas falsas que vemos a diario en la publicidad referente a felicidad, amor, satisfacción y desarrollo personal, podemos caer en lo mismo y empezar a vivir vidas vacías, sin amor ni propósito.
Por eso es tan importante que conozcamos el Amor de Dios puesto en acción, pues ahí podremos empezar a confiar y hallar el verdadero amor que necesitamos para encontrarle sentido a nuestra existencia.
Juan 3:16 nos revela ese acto de amor tan grande que tuvo que hacer el Padre, dar a su Hijo; este acto debe llevarnos a reflexionar y a darnos cuenta que podemos confiar plenamente en Dios, pues si fue capaz de dar a su amado Hijo, cómo dudar que Él quiere lo mejor para nosotros y que está dispuesto a darnos lo que necesitamos (Jeremías 29:11 y Romanos 8:32).
Jesucristo vino a este mundo para perdonarnos, salvarnos y darnos vida eterna, pero también para permitirnos conocer a Dios como Padre, para que podamos experimentar su amor, para que no nos perdamos y para que en esa nueva vida, que Él ganó en la cruz, le hallemos sentido a nuestra existencia.
De modo que, si hoy tenemos una vida sin sentido, si nos encontramos perdidos, sin esperanza o si conocemos a alguien que se encuentre así, miremos a Cristo o compartamos de Él, pues el Padre lo envió para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna, una vida nueva llena de amor y propósito.