Jesús sana mis heridas
2023-05-24
1. Oración inicial
«Padre, gracias te doy porque me enseñas a través de tu Palabra que por medio de la obra de Jesús me has restituido. Quiero de ahora en adelante vivir conforme esta verdad que me has revelado y recordar cada día que ahora por ti he sido adoptado y que tengo acceso a la casa del Rey, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
LEE LA PALABRA DE DIOS
«Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?… Y Siba respondió al rey: Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies. Entonces el rey le preguntó: ¿Dónde está? Y Siba respondió al rey: He aquí, está en casa de Maquir hijo de Amiel, en Lodebar. Entonces envió el rey David, y le trajo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar. Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a David, y se postró sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-boset. Y él respondió: He aquí tu siervo. Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa.» 2 Samuel 9:1,3b-7
3. Reflexiona
REFLEXIONA
Hay situaciones en la vida que no entendemos por qué pasan, sino que lo diga Mefi-boset quien no eligió estar lisiado de sus pies (2 Samuel 4:4). Al igual que él, quizás hemos experimentado en nuestra niñez, juventud o madurez situaciones que dejaron huellas, cicatrices y dolencias difíciles de sanar, las cuales nos terminaron afectando como al hijo de Jonatán: la identidad, valor y propósito que tenemos en ésta tierra; lo malo de creer que esas situaciones son las que determinan nuestro presente y futuro, es que comenzamos a experimentar faltantes en diversas áreas de nuestra vida, como Mefi-boset quién a raíz de lo sucedido en su niñez, no veía ni entendía cuál era su valor: «Y él inclinándose, dijo: ¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?» (2 Samuel 9:8).
Dios quiere recordarnos a través de éste devocional que cuando Jesús llegó a nuestra vida y decidimos creer en su obra redentora, desde ese mismo momento Él sanó y restauró todo aquello que causaron todas las heridas, pues a través de su obra en la cruz, pagó un alto precio derramando cada gota de su sangre, para saldar nuestras deudas e injusticias, para llevar nuestros dolores y sanar todo aquello que nos dolía (Isaías 53:4-5); pero Jesús no sólo murió sino que también resucitó y con ello nos entregó una nueva vida: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.» (2 Corintios 5:17), y esa vida nueva nos la entregó no para seguir viviendo el presente como si estuviéramos en el pasado, sino para aprender a olvidar lo que quedó atrás y extendernos más bien a lo que está delante (Filipenses 3:13).
Hermanos, es hora de despojarnos de todo ese peso antiguo que nos asedia, porque necesitamos correr ésta carrera o vida que tenemos por delante de la manera correcta, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien cuando estuvo en la cruz no pensó en cuántas injurias le estaban lanzando, o en cuánto dolor le habían ocasionado, sino que menospreció el oprobio y sufrió la cruz por el gozo que representaría que los que creyéramos en Él fuéramos sanados y salvados (Hebreos 12:1b-2).
Así como Mefi-boset fue llamado por el rey David para ser restituido por todo el tiempo que debió recibir herencia como hijo de Jonatán, y para ya no ser más recordado como aquél lisiado, sino como el invitado del rey, de igual forma, el Rey de reyes y Señor de señores nos ha llamado para que nos sentemos a su mesa no pensando en que estamos lisiados, heridos, adoloridos, sino conforme la nueva identidad que nos ha entregado como hijos del Rey, pues ya Él restituyó al agraviado, hizo justicia a los que habíamos sido afectados por las injusticias, dió amparo a la que estaba viuda, es Padre para el huérfano y ha consolado a todos aquellos enlutados.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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