Mi posición en tu futuro reino
2022-10-14
1. Oración inicial
«Amado Señor Jesús, gracias por tus enseñanzas, solo quiero servirte a ti y a mi prójimo de corazón, permite que todos esos dones y capacidades que me has dado por medio de tu Santo Espíritu, los ejerza con amor y sabiduría, sin rivalidades con mis hermanos en la fe, porque algún día cada uno ocuparemos la posición que ya nos has preparado en el reino de los cielos. Mi mayor anhelo es encontrarme contigo cara a cara. En el nombre de Jesús, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas. Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel”. Lucas 22:28-30
3. Reflexiona
Estos versículos hacen parte del discurso de Jesús en la última cena con sus discípulos, antes de ir a la cruz, en donde les anunció nuevamente su muerte, la traición de uno de ellos, la negación de Pedro y su posición en el futuro reino. Por eso les dice muy conmovido: “Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios”. (Lucas 22:15-16).
Todas esas advertencias, antes de morir, eran necesarias para que ellos supieran que, después de su crucifixión, vendrían tiempos difíciles, donde su fe sería probada. Era un momento de reflexión para todos; muchos pensaron que no serían capaces de traicionar y negar al Señor, pero si somos sinceros, nosotros debemos reconocer la fragilidad humana y cómo podríamos traicionarlo o negarlo en los momentos de prueba que vienen sobre el mundo, antes de su regreso.
Hubo una discusión entre los discípulos de quién sería el mayor en su reino, por la cual Jesús les dijo que Él había ocupado la posición más baja, porque estaba entre ellos como “el que sirve” (Lucas 22:27). Cuando Jesucristo vino a la tierra, toda la humanidad debería haberse convertido en su siervo; en cambio, Él sirvió a la humanidad; ocupó nuestro lugar en la cruz; Él preparó la mesa de la salvación y nos ha invitado a la gran fiesta de la salvación.
Sabemos que los apóstoles ocuparán un lugar especial en el Reino; se les dará una posición prominente y no solo comerán y beberán en la mesa en que esté el Señor, sino que se sentarán en tronos para juzgar a las 12 tribus de Israel. Esa será su posición.
El hijo de Dios tiene algunas cosas importantes atesoradas para el futuro; los redimidos van a ocupar posiciones elevadas. Debemos preguntarnos: ¿estamos trabajando para ocupar esos lugares en el cielo? Vamos a ir al cielo por la gracia y misericordia de Dios, pero vamos a ser juzgados de acuerdo con nuestras obras, para determinar la posición que vamos a ocupar. ¿Nos damos cuenta de lo importante que es el servicio a Dios? (Apocalipsis 22:12).
La única cosa que Dios juzgará es el ejercicio o la práctica del don o capacidad que Él nos ha dado. Seremos recompensados conforme a la fidelidad en ejercitar el don que Dios nos ha dado. La forma en que vivamos la vida cristiana es importante ante Dios, por eso, no hay cabida para las rivalidades entre hermanos.
Podemos fundamentar la vida en dar o en recibir; si la fundamentamos en recibir, perderemos por nuestro egoísmo la amistad con los demás y la recompensa de Dios. Jesús acabó sus advertencias prometiendo a sus discípulos que, los que habían estado con Él en la lucha, estarían con Él en el Reino. Dios no queda en deuda con nadie; los que compartan la Cruz de Cristo compartirán un día su corona. Esta recompensa también es para nosotros, si permanecemos fieles hasta el fin, sirviéndole con el corazón.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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