Esfuerzos sin Dios
2022-03-05
1. Oración inicial
«Señor, enséñame a confiar en ti, aun en las cosas más pequeñas, cuando pienso que todo está bajo control y que en mi fuerza lo puedo hacer, quiero mejor confiar en ti, en que me llenes de tu Espíritu para hacer de acuerdo a tu voluntad y no a mi propia justicia. En el nombre de Jesús, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, 12 me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto.” 1 Samuel 13:11-12
3. Reflexiona
El pasaje de hoy está en el contexto de una guerra de Israel contra los filisteos, el pueblo está a punto de ser atacado por un gran ejército numeroso, como la arena que está en la orilla del mar, pero Dios había dado instrucciones a Saul, por medio del profeta Samuel, que esperara siete días. Sin embargo, Saul al verse acorralado por sus enemigos y presionado por el temor del pueblo decide actuar, llevado por su desespero, y en su propia fuerza ofrece holocausto para contar con el favor de Dios. En el momento que termina de hacer el sacrificio para Dios, llega el profeta y le pregunta ¿qué has hecho? Saúl, por su parte, justifica su actuar y el profeta le aclara que ha actuado locamente, que no ha guardado el mandamiento del Señor, que su reino no será duradero y Dios ya ha buscado otro hombre conforme a su corazón.
Vemos un duro castigo para Saúl y podríamos inferir rápidamente que no es para tanto; pero, si observamos los detalles en la profundidad que nos revela la palabra de Dios, vemos que Saul actúa independiente de Dios y que, en vez de reconocer su pecado, se excusa diciendo “Me esforcé”.
Saul no solamente se coloca en lugar de Samuel, ofreciendo el holocausto que le correspondía hacer al profeta por orden divina, sino que demuestra una falta de confianza en Dios al no esperar según sus instrucciones.
No se trata de no ser diligente, pero esta diligencia debe estar alineada con la voluntad de Dios, ¿de qué sirve ser diligente si este actuar está en contra de la palabra de Dios? La escritura nos confirma este principio “Porque nadie será fuerte por su propia fuerza” (1 Samuel 2:9b), precisamente revelado por Dios años atrás a la madre del profeta Samuel.
Sin embargo, a pesar del pecado de Saul, Dios le da una nueva oportunidad de confiar en su palabra y obedecerle; esto está narrado más adelante, en primera de Samuel capítulo quince, pero Sául nuevamente desobedece las instrucciones, las cumple a medias, y nuevamente se justifica haciendo responsable al pueblo y no reconoce su mal actuar (1 Samuel 15:15.)
“Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios y el prestar atención que la grosura de los carneros” (1 Samuel 15:22b), es una palabra contundente que fue dicha a Saul, a causa de su obstinada rebeldía, y que debemos tener presente en nuestra vida para estar atentos a escuchar y obedecer al evangelio, el cual nos enseña a confiar plenamente en lo que Dios hace, no en nuestras propias fuerzas, y a que en cada situación esperemos el actuar de Dios en nuestra vidas y no nuestro actuar independiente de Él.
Esperemos en Él, en el poder de su fuerza, en lo que Él hará por medio de su Espíritu que vive en todo creyente por fe en Cristo, pues “Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas” (Isaías 40:29).
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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