Sembrar sin cuestionar
2021-10-10
1. Oración inicial
«Señor, es un privilegio ser llamado tu hijo, pero es mayor privilegio ser llamado tu siervo; entender que un Dios soberano, poderoso y grande como solo eres tú, habite y se manifieste a través de un ser humano débil y lleno de fallas, es algo que llena de amor, gozo y esperanza. Sé que a veces te fallo, pero he entendido que es tu gracia la que me levanta y me sostiene. Ruego poder conocerte cada día más para así darte a conocer a los demás. En el nombre de Jesús, Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.” Mateo 25:24-27
3. Reflexiona
En muchas ocasiones cuestionamos el lugar, los medios y las personas a quienes compartirles el evangelio de salvación; entramos en razonamientos lógicos o en sentimientos aflorados que nos llevan a no cumplir con el mandato de nuestro Señor, cuando en realidad a lo que le debemos prestar atención y ser sensibles es a la voz y dirección del Espíritu Santo.
La palabra de Dios nos enseña que el Espíritu Santo es quien convence a las personas de pecado, de justicia y de juicio (Juan 16:7-8); y que es Dios quien da el crecimiento en cada una de ellas, como dice la Escritura “Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.” (1 Corintios 3:7). Por lo que, nuestra tarea y nuestro pensar debe ser siempre el estar dispuestos y listos para compartir de Cristo, como nos lo anima el Espíritu de Dios en Efesios 6:15 “y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.”
Nosotros somos siervos de Dios, por lo que trabajamos por Él y para Él, es decir, por su gracia y para su gloria, pues es Dios quien nos ha capacitado y nos ha enviado; y por esto mismo es que no debemos cuestionar su voluntad, pues como nos dice la porción bíblica de hoy, nuestro Señor siega donde no siembra y recoge donde no ha esparcido. Así que el llamado es a ser diligentes y obedientes a la gran comisión para que, al regreso del Señor, podamos decir como el siervo fiel “Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos.” (Mateo 25:20b), y asimismo podamos escuchar: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.” (Mateo 25:21b).
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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