Mi vida controlada por Cristo
2021-07-31
1. Oración inicial
«Padre, era esclavo del pecado, pero Tú me has rescatado, me liberaste y me diste nueva vida en Cristo; te pido que no me permitas retroceder a lo que me tenía atado y en derrota. Gracias te doy por enviar a tu Santo Espíritu para guiarme y ayudarme, permíteme ser sensible y obediente a su voz; quiero que te glorifiques en mí para mostrar a los demás que eres fiel y real, en el nombre de Jesús, Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Filipenses 4:13
3. Reflexiona
Existen en nosotros diferentes vicios o malas costumbres que hemos practicado desde muy temprana edad pero que no le agradan a Dios, ya que no están de acuerdo con su voluntad; y son cosas que por más que tratemos de dejarlas o cambiarlas con nuestra buena voluntad no lo logramos; nos resulta muy difícil hacerlo en nuestras fuerzas, porque la tentación y la naturaleza pecaminosa siempre nos terminan venciendo.
Precisamente cuando recibimos al Señor Jesús en nuestra vida eso debe cambiar, pues ya no estamos solos y ya no es en nuestras fuerzas, nuestra fortaleza es Cristo. Él, ahora habita en nosotros a través del Espíritu Santo, para que ya no vivamos según la carne, sino según el Espíritu (Romanos 8:9). Entonces, todo aquello que en el pasado decíamos, no puedo dejarlo o no puedo vencerlo, ahora, confiadamente creamos lo que nos dice el versículo de hoy “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”
Debemos ver ahora nuestra vida como una vida de intercambio, donde como dice la escritura “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gálatas 2:20). Ese viejo hombre con todos sus vicios y pecados ya ha sido crucificado y ahora, en cambio, es Cristo quien vive en nosotros.
Esta nueva vida, debe sin duda, reflejar el carácter manso y humilde de Cristo en nosotros; nuestro interés y propósito debe ser el mismo de nuestro Señor, es decir, debemos mantenernos llenos del Espíritu Santo, compartiendo a otros de Jesús, orando continuamente, meditando en la Palabra de Dios para aumentar la fe y, sobre todo, obedeciendo. Si así lo hacemos, nuestro testimonio será que, a cambio de las obras de la carne, reflejaremos el fruto del Espíritu Santo: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23).
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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