Las lágrimas de Jesús
2021-05-23
1. Oración inicial
«Señor Jesucristo, hoy te pido que tenga tu mismo sentir y anhele profundamente en mi corazón que muchos te conozcan y sean salvos. Me duele el sufrimiento y el dolor que la gente padece por estar separados de ti, viviendo en sus delitos y pecados, ayúdame a llevar la esperanza compartiendo el evangelio, inúndame de tu misericordia y amor por los inconversos. En Cristo Jesús. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación”. Lucas 19:41-44
3. Reflexiona
Al descender del monte de los Olivos se tiene una magnífica vista panorámica de Jerusalén. Cuando Jesús llegó a un recodo del camino, se detuvo, vio la ciudad y sabía lo que le iba a suceder a Él y a la ciudad. Deseó que esa ciudad reconociera el camino de la paz, pero era demasiado tarde, la paz estaba oculta a sus ojos, por eso empezó a llorar. Era el día de estar gozoso porque el pueblo lo aclamaba reconociéndolo como Rey, sin embargo, su corazón se angustió por la indiferencia espiritual y entró sollozando en medio de la ovación popular. Sabía que las aclamaciones del pueblo serían pasajeras, estaban ciegos a la verdadera naturaleza de su reino y lo rechazarían.
Si tan sólo hubieran entendido que Jesús era el Mesías, que era el ofrecimiento de Dios para la paz, pero no fue así, sabía que los que hoy decían “Hosanna”, al otro día gritarían “crucifícalo”. Lloró porque muchos le seguían por lo que podía darles, aparentando su fe, pero apenas se dieran cuenta que Él no era un líder político que combatiera la opresión romana muchos lo abandonarían, lloró por la dureza de sus corazones y la incredulidad, porque vieron claramente su obra, sus señales y milagros, pero no la aceptaron. Rechazaron la oferta de salvación de Dios en Jesucristo cuando Dios mismo los visitaba.
Jesús hoy sigue llorando por las consecuencias del rechazo al evangelio, porque sabe que muchos van rumbo a la condenación, Él se duele porque quiere que todos los hombres se salven y alcancen la vida eterna. Las lágrimas de Jesús, son las de Dios, cuando ve el dolor y el sufrimiento innecesario que los hombres se echan encima, cuando se rebelan contra su voluntad. Sus lágrimas no son en vano y sin causa, Él conoce el valor de las almas, el peso de la culpa y la opresión del enemigo contra la humanidad, por eso, ofrece su vida para liberarlos, pero los seres humanos siguen indiferentes a la Verdad.
¿Será que podemos identificarnos con Jesús y también llorar por los que todavía están ciegos espiritualmente y que están tan cerca de nosotros? Es el último tiempo de la visitación de Dios a través de la iglesia, el tiempo de gracia para que oremos y proclamemos el mensaje de salvación. Recordemos 2 Corintios 5:20 “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios”.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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