Dios no desprecia el corazón contrito y humillado
2021-05-03
1. Oración inicial
«Padre amado deseo entrar en lo secreto, en la intimidad de tu presencia y pedirte que mires mi corazón para que me muestres si al acercarme a ti lo estoy haciendo con egoísmo, orgullo y dureza. Quiero que coloques en mí un espíritu recto, un corazón contrito, puro y humillado que anhele los deseos de tu corazón y que pida conforme a tu Palabra, solo quiero hacer tu voluntad y ver tu gloria. En el Nombre de Jesús, Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador”. Lucas 18:10-13
“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”. Salmo 51:17
3. Reflexiona
Cuánto anhelamos que Dios conceda nuestras peticiones y nos dé conforme al deseo de nuestro corazón, como dice el Salmo 20:4 “Te dé conforme al deseo de tu corazón, y cumpla todo tu consejo”. Es lo mejor que podemos desear para nosotros y para los demás. Pero Dios no mira lo que miramos nosotros, Dios mira lo profundo del corazón y si este es egoísta, arrogante, duro y rebelde, es poco probable que escuche nuestras oraciones.
Hoy vemos a dos hombres que se acercan a la presencia de Dios de maneras muy distintas. Y podríamos preguntarnos como dice el salmista: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?” (Salmo 24:3), ¿cuál de los dos entró realmente a su presencia? La respuesta la da la Palabra de Dios en el mismo Salmo verso 4 “El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño”.
Solo entran en intimidad con Dios: aquellos que reconocen su maldad, piden perdón y purifican su corazón, aquellos que son humildes y saben que necesitan de Él, aquellos que lo buscan en lo íntimo y permanecen en su Palabra, aquellos que no oran para sí mismos como el fariseo, sino que derraman su corazón delante del Señor; como dice el Salmo 34:18 “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu”.
Los deseos de nuestro corazón deben estar sujetos a la voluntad de Dios en su Palabra para poder recibir respuesta a nuestra petición, como dice Juan 15:7: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. Es tiempo de reflexionar y ver si nuestros anhelos siguen la corriente de este mundo egoísta o siguen lo que el Señor dice en su Palabra.
Orar en el Espíritu es tener el mismo sentir de Dios, es tener sus pensamientos en nuestra mente y las intenciones de su corazón en nosotros que nos lleven a buscar la gloria de Dios en todo lo que anhelamos. Debemos pedirle que nuestros deseos estén alineados con los de Él.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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