Cristo me hizo santo
2020-10-21
1. Oración inicial
«Gracias Dios porque tu voluntad para mí es la santidad. Soy santo porque tengo en mi vida la realidad de la santidad del Padre, del Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo, quien ha venido a morar en mi corazón, además que me da el poder para vencer el pecado para vivir en la gracia, limpiándome de toda contaminación de carne y espíritu, y así ser hallado irreprensible hasta tu venida. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”. Romanos 8:29
“Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él”. Efesios 1:4
“Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”. 2 Corintios 7:1
3. Reflexiona
La voluntad de Dios es que seamos santos, debemos crecer y gozar cada día de más santificación. Porque los elegidos deben conocerse y distinguirse por sus vidas santas. Él nos predestinó para que fuéramos hechos a la imagen de su Hijo Jesucristo. La santificación es un don, pero también es una tarea. Un don porque por la infinita gracia de Dios nos ha otorgado en Cristo una posición espiritual, para ser vistos santos y sin culpa delante del Padre por su obra redentora en la cruz; y como tarea es la obra santificadora del Espíritu en cada uno de nosotros, de la cual participamos mediante la obediencia a la Palabra de Dios. Depende entonces de nosotros que demos evidencias de santificación en nuestras vidas.
Somos santos porque Cristo nos ha dado la santidad, pero somos llamados a ser santos en nuestra manera de vivir por el poder regenerador del Espíritu Santo que mora en nosotros. De este modo, somos responsables de cuidar la gracia de Dios que nos ha sido dada para caminar en santidad, además tenemos la luz y el conocimiento de Cristo, una nueva vida dada por Jesús para que lo glorifiquemos con todo nuestro ser como dice 1 Tesalonicenses 5:23: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.
Necesitamos la llenura del Espíritu Santo para perfeccionarnos y limpiarnos de toda contaminación de carne y espíritu, y ser así puros de mente, limpios de corazón e irreprochables en nuestra conducta para presentarnos delante de Jesús en su regreso como una iglesia gloriosa, santa, sin mancha y sin arruga.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
Escúchanos en Spotify
Puedes compartir este devocional en Facebook, Whatsapp, Twitter y LinkedIn