Convertíos a Dios de todo tu corazón
2020-05-09
1. Oración inicial
«Amado Padre, Señor y Dios nuestro, de todo mi corazón me allego ante tu santa presencia y clamo a ti para que perdones todos mis pecados, culpas e iniquidades y los pecados las culpas y las iniquidades de esta humanidad que alejada de ti se debate en la angustia y la desesperanza que producen la violencia, la maldad, la injusticia, la inequidad, la corrupción, la avaricia y el vicio, que dominan al mundo; para que en tu misericordia, que hace que te duelas de nuestro castigo, tengas compasión, perdones nuestros pecados y sanes nuestra tierra y nos des vida y paz. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento.”, Joel 2:12
“Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.”, Joel 2:13
3. Reflexiona
El hombre, alejado de Dios, es arrastrado por las corrientes del mundo que solo lo conducen a la búsqueda de la satisfacción de los deseos de la carne, que son vanidad, y que cada vez lo atraen más y más hasta conducirlo a la esclavitud, la destrucción y la muerte porque el propósito de satanás en el mundo es hurtar, matar y destruir y al hombre, en las garras del maligno, solo le queda una esperanza, convertirse a Dios de todo su corazón y esa conversión muchas veces implica ayuno y lloro y lamento porque satanás lucha con todas sus fuerzas para no dejar que sus esclavos se aparten de él.
Convertirnos a Dios de todo nuestro corazón implica recibir a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador personal, entregarle el trono de nuestro corazón y de nuestra vida y rendirnos a Él para que real y verdaderamente sea en nuestro ser y en nuestra vida, nuestro Señor, nuestro Dios, nuestro Rey, nuestro todo.
Cuando el hombre en su angustia y desesperación, rasga su corazón y arrepentido de su maldad, de su iniquidad y de sus rebeliones clama a Dios; Él que es misericordioso y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, que se duele del castigo del hombre necio, contumaz y rebelde, porque es un Dios de Amor, quien dice que habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por 99 justos que no necesitan arrepentimiento. (Lucas 15:7)
Nosotros, convertidos de corazón y conocedores de la gran misericordia de Dios con la cual nos sustenta día tras día en todos los tiempos, momentos y circunstancias de nuestra vida; llamados somos a andar en fidelidad a Él, honrando y glorificando su Santo, Santo, Santo nombre, todos los días de esta vida que en su amor y en su misericordia nos permite vivir.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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