Dios el amparo del justo
2020-05-05
1. Oración inicial
«Padre Dios, amado, misericordioso y santo, en el nombre de Jesús, te doy gracias porque desde que me encontraste, rescataste del hoyo mi vida, enderezaste mis caminos, mis sendas y me enseñaste el camino que debo seguir; he visto tu mano poderosa bendiciéndome y bendiciendo mi casa en todos los aspectos de nuestra vida y sé que si hago todo en fidelidad a ti, tú Señor me ampararás, nos librarás, nos preservarás y nos salvarás. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan.” Salmos 37:25
3. Reflexiona
Ciertamente desde que Cristo Jesús mora en nuestro corazón por su Santo Espíritu y por la obra que en nuestra vida hace, es para dejar atrás al viejo hombre, esclavo del mundo, del pecado y de la muerte; para que vivamos como las nuevas criaturas que en Cristo Jesús somos. Nuestra vida entera cambia y el temor de Dios a través de la obediencia a su Palabra es la luz que nos guía y sustenta en todos los días de nuestra vida.
“El justo ante los ojos de Dios, habita al abrigo del Altísimo y mora bajo la sombra del Omnipotente y Él le libra del lazo del cazador, de la peste destructora, con sus plumas lo cubre, debajo de sus alas está seguro, no teme al terror nocturno, ni a saeta que vuele de día, ni a pestilencia que ande en oscuridad, ni a mortandad que en medio del día destruya; no le sobrevendrá mal, ni plaga tocará su morada, no permitirá que su pie tropiece en piedra, sobre el león y el áspid pisará y hollará al cachorro del león y al dragón. Por cuanto en Él ha puesto su amor, Él también lo Librará, lo pondrá en alto por haber conocido su nombre, lo invocará y Él le responderá, con él estará en la angustia y lo librará y le glorificará, lo saciará de larga vida y le mostrará su salvación”. (Salmo 91)
La certeza de que Dios es nuestro amparo debe llevarnos a vivir una vida sin avaricia, contentos con lo que tenemos, de manera que podamos decir: “El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.” (Hebreos 13:5-6)
Por el sacrificio sublime de Cristo Jesús, en la cruz del calvario, hemos sido justificados y al recibirlo, por fe, como nuestro Señor y Salvador Personal tenemos paz para con Dios por medio de Él. (Romanos 5:1) Por tanto, es nuestro compromiso vivir como justos ante Dios y ante el mundo, para glorificar con nuestro testimonio a aquel que por amor nos justificó, entregando su vida y derramando su sangre preciosa, así nos amparará en todos nuestros caminos y en plenitud de fe diremos: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿De quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿De quién he de atemorizarme?” (Salmos 27:1)
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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