Vasijas rotas.
2020-02-24
1. Oración inicial
«Gracias amado Señor, estoy en tus manos para que sigas perfeccionando mi vida, sé que no dejarás incompleta tu obra, pues te entrego mi ser para que me moldees y transformes como quieras. Reconozco tu soberanía, yo quiero ser lo que tú has dispuesto para mí. Tu voluntad sobre mi vida es buena, agradable y perfecta. Amén.
«
2. Lee la palabra de Dios
“Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel”. Jeremías 18:3-6
3. Reflexiona
Cuando Jeremías visitó al alfarero por orden de Dios y mientras observaba su trabajo, llegaron a su mente dos verdades. El Señor es soberano, tiene autoridad y poder sobre su creación para formarla y moldearla a su antojo, Él puede disponer de nosotros como le plazca; y la otra verdad es que es absurdo disputar contra nuestro Hacedor es como si el barro se revelara contra el alfarero. Nuestro gran diseñador y arquitecto está lleno de justicia y bondad y manifiesta su amor dándonos una segunda oportunidad.
En el proceso de moldearnos a menudo, aparecen los defectos pero Dios tiene poder sobre nuestra vida para restaurarnos y hacernos de nuevo. Día a día va perfeccionando su obra en cada uno, haciéndonos mejores personas. Tiene el poder para volver a darnos forma y conformarnos según sus propósitos. Lo que no sabemos es cuántas vueltas tendremos que dar en sus manos en esta vida para que nos transforme en vasijas de gloria. Quizás ese proceso puede ser lento y doloroso mientras quita lo que nos afea y pule lo que nos va a hermosear por dentro. En la medida que se lo permitamos, nos dará más rápidamente la forma que Él desee convirtiéndonos en valiosas vasijas.
El Señor limita su acción soberana sobre nuestras vidas según la respuesta que le demos a Él y a su llamado. Todos pasamos por sus manos, pero no todos salimos igual, ni estamos en ellas al mismo tiempo. No todos queremos ser lo que Dios anhela que seamos y muchos nos resistimos al proceso de formación que Él tiene para nosotros. Según le parezca mejor, algunas veces tendrá que arrancar, derribar y destruir para poder hacernos de nuevo y cumplir con sus propósitos.
Recordemos que la calidad del barro afecta el trabajo creativo del alfarero, igualmente, de la calidad que seamos como hijos de Dios, depende lo que Él puede hacer con nosotros y a través de nosotros.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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