Esperar en Dios

Me reconforta saber, mi Señor, que puedo esperar confiadamente en ti, porque eres un Dios fiel y escuchas mi oración, puedo estar seguro que vendrás y harás tu voluntad en mi vida. Amén.

“Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor.” Lamentaciones 3:26
“y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.” Mateo 18:3

Cuando todas nuestras posibilidades se han cortado, cuando no vemos ninguna opción para solucionar un conflicto, un problema o una dificultad, nos queda la opción más importante, la única que debimos tomar desde el principio: esperar en Dios.
Esta espera no es una espera pasiva, sino en oración, confianza y expectativa en lo que Dios hará, como un niño que luego de llorar, su madre lo ha alimentado y está sosegado y confiado, no desesperado ni angustiado, ni se ha llenado de orgullo sino que espera solamente en Dios (Salmos 131:1-2). Nuestro alimento para calmar cualquier angustia es su Palabra.

Pero esperar en el Señor no es fácil, generalmente optamos por tratar de resolver de cualquier manera y terminamos en desespero tomando decisiones apresuradas que traen consecuencias dolorosas o no solucionan nada. Por esto debemos esperar en Dios, con paciencia, con valentía y sin desanimarnos (Salmos 27:14), así mismo no debemos alterarnos o inquietarnos si vemos que alguien que hace injusticia o actúa mal, prospera, al final él pagará las consecuencia de su injusticia pero nosotros seremos recompensados (Salmos 37:7-9).

Esperar en el Señor siempre será mejor que adelantarnos a hacer lo que nosotros pensamos. Por esto, hermanos, debemos reconocer que en la serenidad y la confianza en Dios está nuestra fortaleza, en el arrepentimiento y en la calma nuestra salvación (Isaías 30:15). Entre más confiamos en Dios, más seremos fortalecidos y prosperados. Mientras llega lo que esperamos actuemos diligentemente en lo que estemos haciendo, alabemos y deleitémonos en el Señor.