Evitemos las discusiones y contiendas
2019-10-30
1. Oración inicial
Señor, tú cambiaste mi corazón, cuando era rebelde y lleno de maldad por un corazón nuevo y que ahora anhela obedecerte, guíame a enseñar a otros la verdad con toda humildad y sin entrar en discusiones necias. Amén
2. Lee la palabra de Dios
“Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.”, Marcos 7:21-23
3. Reflexiona
Perdemos el tiempo en discusiones políticas y religiosas, tratando de convencer al otro de su supuesta equivocación, pero la escritura nos insta a evitar las controversias (Tito 3:9) y a que no perdamos el tiempo en debates interminables sobre mitos y linajes espirituales, o especulaciones sin sentido, que no ayudan a que la gente lleve una vida de fe en Dios (1 Timoteo 1:4).
Porque sólo la fe en Cristo puede cambiar el corazón rebelde del hombre, de donde sale la maldad, el engaño y toda oposición a la verdad de Cristo (Jeremías 17:9). La Palabra de Dios nos dice que antes de aceptar a Cristo, éramos enemigos de Dios (Romanos 5:10-12), todo deseo de nuestro corazón era de continuo al mal (Génesis 6:5) y nos oponíamos a la verdad.
Por esto, nuestro llamado es a enseñar, a corregir con amor, a mostrar la verdad del evangelio, corrigiendo con mansedumbre a los que se oponen, porque tal vez Dios les conceda que se arrepientan para comprender la verdad (2 Timoteo 2:25). Evitemos pues, las discusiones necias y carentes de sentido, pues engendran contiendas (2 Timoteo 2:23) y pensemos siempre con toda estrategia llevar a Cristo a las personas y no a una vana, larga y contenciosa discusión, porque el campo de batalla es el corazón del hombre, el cual Cristo cambia con su Palabra a través del Espíritu Santo que mora en cada creyente.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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