Dios nuestra invisible fuerza
2019-07-09
1. Oración inicial
Amado Dios, gracias por ser mi refugio, no estoy exento de pasar por las pruebas de esta vida, ayúdame a poner mi confianza sólo en ti y no permitir que las malas situaciones me desalienten porque tú eres mi invisible fuerza, estoy arraigado en ti para no caer. No tengo nada que temer si estoy contigo, lléname de vida abundante para seguir llevando siempre fruto. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada. Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto”, Jeremías 17:5-8
3. Reflexiona
Cuando ponemos la confianza en otros seres humanos la Palabra de Dios nos dice que somos como pasto en el desierto o como un árbol desnudo que ha crecido en un suelo estéril e inútil. Esto también es para aquellos que confían en sí mismos y piensan que pueden arreglárselas solos sin tener en cuenta a Dios para nada en sus vidas. En tiempos de crisis serán débiles espiritualmente y no tendrán a quién recurrir para hallar fuerzas. La falsa confianza no puede dar lugar a la buena semilla, porque su fundamento es débil, su seguridad descansa en cosas materiales y en personas inciertas e inestables.
Mientras que el que deposita su confianza en Dios es comparado con un árbol plantado junto a las aguas, siempre verde y florecido, cuyo follaje no se marchita y siempre da fruto, sus raíces están bien arraigadas. Los que hacen de Dios su esperanza tienen suficiente en Él para vivir cualquier situación de la vida y en momentos de sequía no estarán ansiosos, ni cesarán de producir frutos de santidad y buenas obras. Sus vidas no dependen de las circunstancias sino de Dios. Cuando confiamos en el Señor tendremos abundante fortaleza para no ser abrumados por las pruebas sino para soportar la aflicción y así ayudar también a otros.
Romanos 8:14 dice: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”. En momentos de prueba es nuestro ayudador, es la fuente para renovar nuestras fuerzas, para levantarnos nuevamente, por eso lo único que debemos hacer es venir y entrar en su Presencia. Si estamos anclados en Jesús, renacerá nuestra fe, será más fácil el trayecto por esta vida y nos dará sus fuerzas para vencer.
Si tienes confianza en el Señor no te hundirás en el cansancio, sino que volverás a levantarte y a continuar tu carrera con nuevas fuerzas.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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