El Padre que necesito
2019-06-07
1. Oración inicial
Amado Dios, por mucho tiempo viví perdido, sin rumbo y hundido en el lodo cenagoso, pero he vuelto a ti oh Padre, a quien tanto me ama, a quien me toma en sus brazos, me pone nuevos ropajes y sacia el ansia de mi alma. Hoy me rindo a tus pies como verdadero hijo, te amo Padre. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente”, Lucas 15:12-13
3. Reflexiona
Jesús habló siempre en alegorías, aquí el padre de los dos hijos es Dios y nos muestra su rol de Padre amoroso, paciente y misericordioso que establece normas de vida para sus hijos. El hijo más joven por su actitud, no está dispuesto a vivir de acuerdo con las reglas que su padre ha establecido y pide su herencia para irse a vivir lo más lejos posible, dándole rienda suelta a sus deseos lujuriosos y vida desordenada. Pero la vida le dió un gran giro, cuando el dinero se acabó y vino una gran hambre sobre aquella tierra, tuvo que ir a cuidar cerdos, un animal inmundo para los judíos. El joven tenía tanta hambre que estuvo dispuesto a comer del alimento que comían los cerdos, pero nadie le daba.
Vemos al hijo de un hacendado, habituado a la riqueza, ahora sin dinero, hambriento, solo y humillado. Qué amargo resultado se obtiene de las malas decisiones. La Biblia dice “Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti” (Lucas 15:17-18)
Hoy muchos caminan por la vida como el hijo pródigo, derrochando lo mucho o poco que ganan, llevan una vida de placeres insaciables, dando tropezón tras tropezón, sin rumbo, ni destino, pero así como este hijo, hay que levantarse y acudir al dueño de la vida, aquel que nos dijo “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Vuelve a Dios, a su presencia, reconócelo en todos tus caminos, que como el más dulce de los Padres está esperando tu regreso, Él quitará tus harapos y te vestirá de vestidos reales, saciará tu hambre y allí encontrarás su bendición.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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