Id y haced discípulos
2019-05-14
1. Oración inicial
Amado Dios, sé cuánto amas al mundo entero, y quieres que todos oigan y conozcan cuánto les amas, no quieres que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento, por eso llevaré tu mensaje de salvación a quienes me rodean, para mostrar tu eterno amor y para que guarden tus mandamientos. Te amo Señor, amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Y Jesús se acercó (a los discípulos) y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”, Mateo 28:18-20
3. Reflexiona
Jesús después que resucitó, permaneció con sus discípulos 40 días, tiempo de regocijo para ellos al tener a Jesús con ellos de nuevo. Pero Jesús debía regresar al Padre, ya había preparado a sus discípulos y procedió a dar las últimas instrucciones, el plan y estrategia de Dios para alcanzar al mundo para él.
El Señor Jesús tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra, a quien los creyentes le debemos sometimiento y obediencia, por esto dio la orden “id y haced discípulos a todas las naciones”, o sea que tenemos que ir a buscar a los inconversos, salir de la zona de confort y llevar las buenas noticias de salvación. Hacer que las personas nazcan de nuevo por la fe en el Señor Jesucristo.
La tarea encomendada es de todos, el hacer discípulos es enseñar la obediencia de los mandamientos de Cristo. La obediencia nos sitúa en el camino correcto y es el centro de la Gran comisión. Sin obediencia, un creyente nunca va a madurar, ni ser capaz de hacer de otros sus discípulos. Jesús dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). La obediencia es el sello del verdadero discípulo que ama a Jesús. Sí obedecemos el Señor nos promete permanecer con nosotros, hasta el fin del mundo.
La gran comisión es el plan de Dios para edificar su iglesia. Nuestro trabajo, dado por Dios, es de alcanzar a las naciones, pues la salvación y vida abundante que hemos recibido debe ser compartida a todos los que viven sin Cristo.
Sabemos que el mundo está ávido de Dios, el vacío del corazón del hombre clama con ansia su presencia; y como dijo el etíope a Felipe: “¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?” (Hechos 8:31), por tanto es apremiante el trabajo de comunicar el mensaje de salvación.
Hermano, pidámosle a Dios amor por los perdidos, y su guía para alcanzar a muchos para Cristo, pues es un compromiso con Dios. Probablemente no será fácil, pues se requiere de fidelidad y una búsqueda continua de Dios, pero en su nombre nos haremos pescadores de hombres.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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