Un corazón limpio
2019-03-17
1. Oración inicial
Señor, por la preciosa sangre que Jesús derramó en la cruz, límpiame de todo pecado, y lléname de tu Espíritu para mantenerme alerta y perseverante. Hoy quiero dejar de raíz el pecado que contamina mi corazón y serte fiel. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.”, Santiago 4:8
“Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio”, Salmos 51:7-10
3. Reflexiona
El pecado contamina todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo cuando cedemos a los malos deseos. Esto nos desconecta completamente de un Dios santo y puro. Pero en su amor nos ha dado a su hijo, para que por medio de su sangre preciosa seamos limpios de toda maldad y sea purificada nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, a fin de que sirvamos al Dios vivo (Hebreos 9:14).
Es necesario acercarnos a Dios, dejar la ambigüedad de nuestro corazón y tomar una decisión radical y decidir por Dios y su Espíritu, dejar de seguir el mundo de pecado con sus deseos de la carne, pues éstos son contrarios (Gálatas 5:17 ). Es lo uno o lo otro; acudiendo sin demora a Dios por medio de la fe en Jesús, porque la paga del pecado es la muerte, pero Cristo ha pagado el precio por nosotros y nos ha liberado.
Así que no tenemos excusa, pues tenemos sus promesas y la esperanza de que una vez creamos en Jesús, cuando se manifieste en su venida, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es (1 Juan 3:2-3). Esta verdad nos debe llevar a esforzarnos por mantenernos fieles a su Palabra, a despojarnos de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos enreda, y a correr con perseverancia la carrera que tenemos delante de nosotros (Hebreos 12:1).
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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