No hay cristianismo sin cruz
2019-01-27
1. Oración inicial
Amado Dios de misericordia, ayúdame a confiar en ti cuando el dolor me abrume, a no temer, a buscar refugio en tu presencia y levantarme para consolar a otras personas de la misma forma como tú me consuelas. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. Y no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”, Mateo 10:26-28
3. Reflexiona
Cuando pasamos experiencias dolorosas y difíciles, podemos sumirnos en la oscuridad. Pero Dios nos enseña y lo que aprendamos estando ahí, lo usará para brindar luz a otros. Cuando nuestro corazón está destrozado, Dios se encuentra con nosotros en lo más profundo de nuestro sufrimiento y nos consuela como sólo Él puede hacerlo.
Después que hayamos salido de nuestra aflicción, usará nuestra experiencia para ayudar a las personas que están pasando por la misma situación. 2 Corintios 1:4 “el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”.
Jesús está exhortando a sus discípulos a que no tengan miedo, porque ante lo escondido, la verdad triunfará. Cuando el cristiano se encuentra atacado por el sufrimiento, el sacrificio y aun el martirio por su fe, debe recordar que llegará un día cuando se verán las cosas como son en realidad. Dios dará la salida para usarnos para su gloria. En las horas de mayor soledad debemos darle la oportunidad a Jesús para que nos hable. Nadie puede proclamar la verdad a menos que la haya escuchado, y en los momentos de tribulación es cuando más habla Dios a nuestro corazón.
Hablar de Cristo puede generar odio en algunas personas, porque a la gente no le gusta que se le diga la verdad y puede generarnos muchos problemas, algunos hasta han perdido su vida por proclamar el evangelio. Como decía Diógenes: “la verdad es como la luz para los ojos irritados”.
El Señor nos llama a resistir, llenarnos de un espíritu que no sólo acepta el sufrimiento sino que triunfa sobre él. Alguien dijo una vez: «El dolor le pone color a la vida, ¿verdad? Sí -respondió el sufriente-, pero yo me reservo elegir el color”. Esto encierra una gran verdad, como la plata que se purifica a través del fuego, el cristiano se levanta más fuerte después de las pruebas, porque ha sido confortado por el Señor y la confortación que ha recibido le ha capacitado para ser una fuente de confortación para otros.
Hermanos, ha valido la pena pasar por nuestras experiencias si estas nos capacitan para ayudar a otros en sus sufrimientos.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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