Un llamado al amor
2019-01-26
1. Oración inicial
Amado Señor Jesús, un día tuviste misericordia de mí y me atrajiste a tu redil para amarme, cuidarme, alimentarme, curarme y consolarme. Gracias por ser mi buen Pastor, ayúdame a aprender de ti para cuidar y apacentar a otras personas que están sin guía y consuelo. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
«Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y di a los pastores: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia. Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado», Ezequiel 34:1-5
«Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, más los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies», Mateo 9:36-38
3. Reflexiona
El apóstol Pablo usa una analogía para describir a los creyentes como partes del cuerpo de Cristo, como en el cuerpo humano cada uno de nosotros constituye una parte con una función única para desempeñar (1 Corintios 12:12-14). Por eso debemos valorar a cada miembro de la iglesia, pues cuando ya tenemos algo de experiencia, podemos estar cayendo en el orgullo y no mirar la contribución que hacen otras personas al ministerio.
Debemos sentirnos felices porque Dios está obrando a través de otros miembros de nuestro cuerpo y orar permanentemente para que el Señor levante siervos porque la tarea es grande y hay muchas personas por alcanzar con el evangelio, muchas personas que cuidar, consolar y alimentar con su Palabra. Dice el Señor: “A la verdad la mieses mucha, más los obreros pocos”. Es importante orar y gozarnos de que otros estén llevando fruto en la obra del Señor.
Si tenemos la perspectiva correcta seriamos como Jesús compasivos y misericordiosos con aquellos que se están perdiendo en el mundo, que son multitudes sin pastor; y dejaríamos de competir por quien tiene más ovejas y darles el cuidado personal que cada una de ellas se merece. Las multitudes están sedientas de instrucción espiritual, de aprender la Palabra, de crecer en principios y sabiduría para tomar buenas decisiones y vivir mejor.
Esto fue lo que conmovió a Jesús en su tiempo, la gente anhelaba a Dios desesperadamente y los escribas y fariseos, los sacerdotes y los saduceos que eran los pilares religiosos, no tenían nada que ofrecer. No daban ni dirección, ni consuelo, ni estímulo.
Jesús nos escogió con el propósito de cuidar y apacentar su rebaño. Si nos enseñoreamos de él, abusando y oprimiendo a las personas, codiciando sólo lo material, descuidando al que está enfermo y necesitado de afecto, consuelo y guía, no esperemos sino la reprensión de parte de Dios, pues podemos ser los causantes de que muchos se vayan de las iglesias al no encontrar amor, apoyo y consuelo en los que se suponen predican del amor y de la compasión de Cristo.
Esta es una exhortación al amor, pues dice su Palabra en 1 Juan 4:20-21 “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano”. Demostremos nuestro amor al Dios amando y sirviendo a nuestros hermanos.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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