Llevar la carga
2018-12-30
1. Oración inicial
Señor Jesús, te doy gracias por elegirme en medio de tantas personas, hazme sensible a tu llamado para predicar tu evangelio en esta generación. Reconozco cuan frágil y débil soy y que necesito estar de rodillas delante de ti para llevar a cabo tu obra e interceder por este mundo perdido, úsame para llevar a muchas personas a ti. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
«Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, más no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad. Y yo dije: ¿Hasta cuándo, Señor? Y respondió él: Hasta que las ciudades estén asoladas y sin morador, y no haya hombre en las casas, y la tierra esté hecha un desierto», Isaías 6:8-11
3. Reflexiona
La tarea encomendada a Isaías no es nada envidiable, porque desde un comienzo Dios le advierte al profeta que el pueblo será espiritualmente sordo y ciego. Cuando Dios que se le revela Santo, Majestuoso y lleno de gloria, Isaías se llena de confianza y comienza a declarar palabras duras en todo Judá.
¿Cómo es que su ministerio profético no tendría resultados? El resultado le era conocido de antemano, pues Dios mismo se lo había dicho. Y a la pregunta ¿hasta cuándo duraría aquella esterilidad de su mensaje al pueblo? el Señor le da una respuesta desconcertante, mediante su misión la culpa del pueblo se acrecentaría y esto aceleraría el castigo final.
Dios tenía un mensaje de santidad y juicio, de esperanza en medio de problemas, pero antes de que su profeta pudiera llevar el mensaje, tenía que llevar la carga, tenía que comprender su propia condición pecaminosa, su propia terquedad y tibieza espiritual. Antes de que Isaías pudiera estar de pie ante el rey de Judá y manifestar lo que Dios había determinado, tenía que arrodillarse ante el Rey del universo.
En este tiempo en que vivimos está sucediendo lo mismo que en tiempos de Isaías, el mundo está con los mismos síntomas del pueblo de Judá, la apostasía y tibieza espiritual caracterizan a las personas y Dios quiere levantar siervos que prediquen un mensaje de arrepentimiento, porque el juicio sobre la tierra ya está determinado para aquellos que no quieren rendir su voluntad a Él. Tenemos que llevar la carga nosotros y estar de rodillas ante Dios clamando por este mundo perdido, para que el Señor disponga los corazones a buscarle.
¿Y acaso no fue igual la experiencia de Jeremías, de Pablo, o del mismo Señor Jesús? Jesús empieza su ministerio en un lugar que se describe como un pueblo asentado en tinieblas y hablaba en parábolas, para que escucharan de buena gana aunque no vieran, ni oyeran.
El Señor quiere que hablemos a pesar de toda la dureza de los corazones. Ezequiel 2:7 “Les hablarás, pues, mis palabras, escuchen o dejen de escuchar; porque son muy rebeldes”. Aunque no quieran oír Dios seguirá hablando, porque es un Dios de amor que está dándole la oportunidad al mundo de que conozca su Palabra, que se convierta de sus caminos y se vuelva a Él.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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