Rico con respecto a Dios
2018-09-12
1. Oración inicial
Amado Padre, coloco en tus manos mi situación económica, tenga poco o tenga mucho pero que jamás yo actué como el rico insensato, ayúdame Señor a que mi corazón no alberge la codicia, ni el amor al dinero. Sé que mi amor, mi seguridad y mi confianza están en ti, he sido llamado a ser próspero para ti y hacer tesoros en el Cielo. Te amo Señor, amén.
2. Lee la palabra de Dios
“También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.”, Lucas 12:16-21
3. Reflexiona
El hacendado de esta parábola usó el talento que Dios le había dado para producir sus bienes y riquezas y podría ser visto como un empresario exitoso, un hombre hábil para los negocios, un afortunado y administrador de riquezas, pero Dios lo llama necio, pues es el veredicto divino para aquellos que han hecho tesoros para sí, pero no son ricos para Dios. El gran error de este hombre fue no incluir a Dios en sus planes, porque habla sólo de sí mismo: haré, derribaré, edificaré, guardaré. El problema aquí no es ser dueño de posesiones, sino que las posesiones sean dueñas de aquel hombre.
Alguien dijo: “La riqueza es un duro patrón”. Cada parte que componía su fortuna, había sido hecha excluyendo a Dios. Cada gramo de esa inmensa cantidad de frutos, había sido amontonado bajo la influencia de esa incredulidad que endurece el corazón, y torna a la persona insensible a su destino eterno. Sus inmensos graneros constituían la pobre garantía para el reposo de los muchos años que pensaba vivir. Dios queda excluido de sus negocios y de su futuro, como su alma de la eternidad. Y aunque esto podría parecer razonable al pensamiento del hombre, para Dios no es otra cosa que pura necedad.
La persona que tiene riqueza es tentada a pasar su vida cuidándola y engordándola haciéndose esclava de ese dinero. Todos somos tentados a creer que podemos encontrar seguridad en las riquezas y esto hace que la fe en Dios disminuya o se anule por completo. Sin embargo, el problema no es la riqueza, sino el amor al dinero, pues la seguridad verdadera viene de ser ricos en Dios.
Esta ilustración de Jesucristo representa bien a aquellos que pese a toda su capacidad y éxito en los negocios terrenales, excluyen a Dios de sus vidas y olvidan que en el momento menos pensado, deben abandonar este mundo para comparecer ante el trono eterno de Dios.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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