La actitud hacia el dinero. Parte 3

Bendito Dios, me apropio de tu Palabra y de tus instrucciones en cuanto al manejo de las finanzas, reconociendo primeramente que tú eres el dueño del Universo y su plenitud, tuyo es el oro y la plata, Tú lo creaste todo y todo proviene de tu mano. Gracias Señor, amén.

“Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos”, Hageo 2:8
“De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan”, Salmo 24:1

La Biblia nos dice que Dios es el dueño de todo, del mundo y de lo que en él hay, y que todas las cosas provienen de Él y advierte del peligro de olvidar a Dios en los bienes que adquirimos: “Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas” (Deuteronomio 8:18)
Las Escrituras nos enseñan a dar para recibir, porque al rico opresor, Dios le da su merecido. “¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego.” (Santiago 5:2-3). El acaparar nos hace prisioneros hasta llegar a la desdicha, mientras que el dar como Dios manda nos regresa las bendiciones. Dar nos permite acumular tesoros en los cielos, y no en la tierra “donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan” (Mateo 6:19).
También la Biblia nos enseña: “No debáis a nadie nada” (Romanos 13:8a). Cuando nos endeudamos, perdemos libertad, por eso dice: “Y el que toma prestado es siervo del que presta” (Proverbios 22:7b). Nos advierte también contra los planes rápidos y fáciles de conseguir dinero, “Se apresura a ser rico el avaro, Y no sabe que le ha de venir pobreza” (Proverbios 28:22).
Si aplicamos los principios de la economía de Dios, descritos en la Biblia, seremos enriquecidos como muchos que han logrado siguiendo exactamente las instrucciones consignadas en su Palabra.