Luz y sal para el mundo
2018-08-13
1. Oración inicial
Señor, perdona mis pecados y ayúdame a ser luz y sal para el mundo que está sin ti, guíame a ser ejemplo a mi familia y que todo el que me conozca vea que tú vives en mí. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad)”, Efesios 5:8-9
“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”, Mateo 5:13-16
3. Reflexiona
Somos luz y sal cuando damos ejemplo al mundo de la verdad, cuando hacemos lo correcto a pesar de que el mundo vaya en sentido contrario a nuestros principios, cuando nos mantenemos firmes en las virtudes que Dios nos ha dado por medio de la fe y no renunciamos a ellas así el mundo o la sociedad moderna nos influencie a seguir sus malas costumbres.
Somos luz y sal cuando enseñamos, con amabilidad y amor a los demás el evangelio de la luz, el evangelio de Jesús, sin entrar a juzgar sino a edificar, con los argumentos poderosos de la escritura, que pueden quitar la ceguera que no permite al mundo ver la luz verdadera de Jesús y que es capaz de dar verdadero sabor a la vida de cada ser humano.
Somos luz y sal, cuando somos diferentes, cuando nos levantamos en fe, como una generación que piensa diferente, rebelde a lo malo del mundo pero obediente a Dios.
No es nuestra luz, no es nuestra sal, es la luz de Jesús que alumbra nuestro entendimiento “..para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza,” (Efesios 1:18).
Estamos llamados a brillar y dar sabor de evangelio, así que mantengámonos firmes y salgamos del pecado que nos asedia, que no nos deja ser luz y sal.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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