La plenitud de la vida en Cristo
2018-06-25
1. Oración inicial
Amado Señor, imparte tu poder para consagrar mi vida a tu servicio, vivir para ti, ofrendándome como sacrificio vivo, santo y agradable, para el bien de otros. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún. Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación, conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Más si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros”, Filipenses 1:18-24
3. Reflexiona
El pueblo que pertenece a Dios está llamado a ser santo, a llevar un estilo de vida que glorifique a Dios. ¿Qué tan confiados podemos decir como Pablo: para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia? Vivir para Cristo es vivir en obediencia a sus mandatos, es estar separado del mundo para cumplir con los propósitos divinos. Cuando estamos unidos a Cristo somos trasformados para poder cumplir una misión en este mundo, esto es lo que define la esencia de la vida cristiana.
Pablo se sentía satisfecho con lo que hasta ahora había hecho por causa de Cristo, tanto que estando en prisión y amenazado de muerte no tiene temor. Si ha de morir estar con Jesús es una ganancia, más por motivo de los creyentes de Filipos, el desea seguir anunciando el evangelio y atrayendo más almas para el Señor.
Desde la perspectiva divina, nuestro pasado, presente y futuro están en manos de Dios, no debemos temer sino descansar en su misericordia, pues nuestra vida le pertenece y él seguirá perfeccionándonos y usándonos el tiempo que disponga.
Debemos tener una vida saturada de Dios, una vida limpia, sincera, amorosa, integra, fiel, que perdona y sirve a otros sin vacilación. Una vida irreprensible, transparente, vivir de tal manera que al llegar al día final no tengamos culpa de haber sido la causa de tropiezo para otros.
Debemos abundar en el amor de Dios, es la única manera de poder llegar a ser irreprensibles, porque el fruto viene por medio de Jesucristo y no busca nuestro envanecimiento sino la gloria y alabanza a Dios.
Recordemos que la muerte no significa el fin de nuestra relación con Cristo, sino la entrada a la plenitud de la misma. Vivamos mientras podamos una vida fructífera y útil para la gloria de Dios.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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