El privilegio de ser hijos del Padre celestial
2018-06-21
1. Oración inicial
Amado Dios, qué privilegio ser tu hijo, gracias por adoptarme y darme una familia espiritual, quiero que llenes todos mis vacíos y me permitas por medio de tu Espíritu experimentar tu amor paternal. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su santa morada”, Salmo 68:5
“Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú”, Marcos 14:36
“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”, Romanos 8:15
3. Reflexiona
En este mes del padre que bueno reflexionar sobre nuestra paternidad espiritual. La palabra padre es una de las primeras palabras pronunciadas por los niños pequeños. La forma aramea de esa palabra es “abba” que ha llegado a ser el término común “papito” que usaban los niños israelitas para llamar a su padre. Recordemos que Jesús usó este término para llamar a Dios, su Padre y el Espíritu Santo nos enseña hoy a llamar a Dios “Abba”.
El hecho de formar parte de la familia de Dios fue una decisión divina, cuando nos atrajo a Él para que lo reconociéramos y lo aceptáramos en nuestro corazón. Desde ese momento recibimos su protección y cuidado por ser sus hijos adoptivos. Dios siempre interviene en nuestra vida para suplir todos nuestros faltantes. Por eso es el defensor de viudas y de huérfanos. La voluntad suya es juntar a los solitarios en familias, todos aquellos que han perdido la protección de un padre o esposo, o aquellos que han experimentado el abandono de su padre o de su madre, su bienestar descansa en sus promesas. Salmo 27:10 “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá”. Sólo Dios puede llenar ese vacío.
Si en tu relación con Dios puedes llamarlo Padre, es porque puedes confiar plenamente en su protección y cuidado, es porque puedes mostrar una intimidad especial y por medio de su Espíritu implanta en nosotros ese sentido de intimidad que anula toda atadura, pecado y todo temor. Ya no somos esclavos sino libres en Él.
Antes de ser adoptados por Dios estábamos bajo nuestra naturaleza humana pecadora, pero Dios en su amor y misericordia nos tomó como su exclusiva posesión. Nos tomó cuando estábamos perdidos, desahuciados, desprotegidos y nos adoptó como hijos, todo quedó saldado. Empezamos una nueva vida en Él y ahora somos herederos de todo lo suyo.
Aunque a veces no sintamos solos, desprotegidos y dudemos de que le pertenecemos a Dios, tenemos al Espíritu Santo que es nuestro testigo, que con su presencia nos recuerda quiénes somos y cuánto nos ama Dios.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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