Ya no hay condenación en Cristo
2018-04-30
1. Oración inicial
En ti Jesús está mi vida, tu pagaste el precio por mis pecados y mi culpa, gracias a ti tengo comunión con el Padre y soy nueva criatura, guíame Señor a vivir en la libertad que tu me diste en la cruz. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.” Juan 8:4-11
3. Reflexiona
Cuántos hombres y mujeres andan en su vida sintiéndose condenados, con la carga de sus pecados y del pasado, atribulados, llenos de errores y malas decisiones. Andan sin saber que ya no tienen por qué vivir en condenación cargando el bulto de su pasado, porque hace mas de dos mil años, en un monte, en una cruz, un hombre justo soportó sobre sus hombros todo nuestro pecado; la condenación que merecíamos Él la llevó en su carne y gracias a sus heridas fuimos sanados. Sanados de la enfermedad mortal eterna, peor que cualquier virus o enfermedad física, esto es el pecado. Y esta condenación que produce el pecado, fue pagada por Él en el madero.
Así que no hay quien condene a quien acude a Cristo, a quien cree en Él. En el mismo instante que Él se acerca a ti por medio de este evangelio, está extendiendo su mano y te libra del pecado y la culpa, no tienes por qué andar encorvado por el peso de tus errores, sino que al entregarle tu vida en sus manos, Él indefectiblemente te libera de la culpa. ¡Levántate y no peques más!
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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