Cuán grande es el amor de Dios

Amado Dios, cómo no amarte a ti con todas mis fuerzas, si tú me amaste primero y con un amor incondicional, hasta entregar a tu Hijo Unigénito para que muriera en mi lugar y así darme perdón de pecados y vida eterna. Rindo mi vida a ti soberano Dios, amén.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.”, Juan 3:16-17

Cuán grande es el amor del Padre manifestado a la humanidad, en la persona del Señor Jesús, quién fue enviado a rescatarnos.
Dios conoce el dolor y el sufrimiento del hombre, conoce la intimidad de él. Jesús vivió en este mundo difícil en el que vivimos. Jesús se cansó, tuvo hambre y sed, lidió con las acusaciones de otros y fue rechazado por su familia y sus amigos. Pero Jesús vivió mucho más que cualquier dificultad nuestra, cargó todos nuestros pecados sobre sí mismo y pagó el castigo de la muerte. Esto es amor, puso su vida por nosotros. Sufrió martirios, la humillación de una muerte sofocante en una cruz, para que nosotros fuéramos perdonados.
Jesús anunció con anterioridad, que sería crucificado. Dijo que tres días después de su muerte resucitaría, para demostrar que era Dios. Tres días después de resucitado, se les aparecería físicamente vivo a aquellos que vieron su crucifixión. Al tercer día, la tumba de Jesús estaba vacía y muchas personas testificaron haberle visto vivo.
Ahora nos ofrece la vida eterna. No hacemos nada para merecerla. Es un regalo que Dios nos ofrece, el cual recibimos cuando le pedimos que entre en nuestra vida. Si nos arrepentimos de nuestros pecados y volvemos a Dios, podemos obtener el regalo de la vida eterna a través de Jesucristo. Es bastante sencillo. «Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.» 1 Juan 5:11-12