La oferta sigue en pie
2017-12-29
1. Oración inicial
Señor Jesús, tu eres el Rey y mereces toda la alabanza y adoración por todo lo que hiciste para redimirme de mis pecados. Gracias por haber traído liberación a mi vida. Haz que mi vida sea un reflejo de tu gloria para que otros te reconozcan, Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!”Lucas 19:37-38
3. Reflexiona
Lo que Jesús se propuso hacer aquí en su entrada a Jerusalén, fue llamar la atención de todos aquellos que no habían aceptado su mensaje, aquellos que escucharon sus palabras y no les había producido ningún efecto, aquellos que se resistieron a su amor y su gracia divina. Entró cabalgando de una forma que todos comprendieran que Él era el Rey Ungido, el Mesías. Al entrar de esa manera desafiante fue el centro de atención de todos, se arriesgó valientemente, pues ya los líderes religiosos de entonces le habían puesto precio a su cabeza.
Todos pudieron verle y saber que allí estaba. Con este acto mostró el Rey que quería ser, pues los reyes usaban los caballos para ir a la guerra y los asnos cuando iban en son de paz. Se ofreció como un Rey de amor y paz. Fue su último llamado a que su pueblo le reconociera como el Salvador, su última invitación a que lo aceptaran como el enviado de Dios. Su último llamado de amor.
Lo más irónico es que los mismos que lo estaban alabando ese día, al siguiente, estaban pidiendo que lo crucificaran, porque no entendieron qué clase de Rey era. Querían un líder nacional que restaurara su nación social y económicamente. No comprendieron la verdadera misión de Jesús y como no cumplió sus expectativas, se fueron en su contra.
Se cumplió la profecía de Zacarías 9:9 “Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humildemente, cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna». Para anunciar por última vez que era el Mesías, Jesús escogió el día en que todo Israel estaba congregado en Jerusalén, mostraría de esta forma que su misión era inconfundible. El establecimiento del Reino eterno de Dios y la liberación estaban cerca. Era inevitable ir al calvario por los pecados de la humanidad.
Los judíos de ese tiempo rechazaron la oferta de salvación de Dios a través de Jesucristo. La oferta sigue en pie hoy en día a través de los creyentes; el Señor sigue invitando a muchos a que lo reconozcan como su Rey y Salvador. No dejes pasar esta oportunidad de aceptar a Jesús en tu corazón. ¿Qué más tiene que hacer Jesús para llamar tu atención?
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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