¿A quién estamos complaciendo?
2017-12-09
1. Oración inicial
Señor, quiero perseverar en agradarte y complacerte. Que mis palabras, hechos y pensamientos sean aprobados por ti. Que mis dichos y mi meditación estén cargados de tu amor, bondad y pureza, para ser testimonio delante de los demás, en el lugar donde me encuentre. Amén
2. Lee la palabra de Dios
“Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío”. Salmo 19:14
“Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo”. Gálatas 1:10
3. Reflexiona
¿Qué estamos diciendo? ¿Qué estamos declarando? ¿Qué estamos pensando? El salmista expresa cuánto anhela que los dichos de su boca y su meditación le agraden al Señor. Hoy debemos auto examinarnos y preguntarnos: ¿Es grato lo que pensamos, lo que guardamos cada día en nuestros corazones, o lo que profesamos con nuestros labios?
Permanecer limpio y en integridad en medio de este mundo, no es una tarea fácil. Vivimos rodeados de contaminación moral, de pecado y perversión a todo nivel. Como creyentes quizás es fácil, cuando nos encontramos rodeados por personas espirituales, cuando compartimos con otros cristianos, pero qué difícil es mantener la integridad, cuando nos toca compartir el tiempo con personas mundanas, en el trabajo, en el colegio, en la universidad, etc.
Personas cuyos labios y pensamientos expresan sólo lo que hay en sus corazones. Jesús en Mateo 15:11 dijo: “No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre”. Es aquí donde Dios prueba nuestra integridad. ¿A quién quiero complacer? A veces por no perder los amigos, por ganar aceptación delante de otros, podemos estar hablando lo que otros quieren oír, escuchando lo que el mundo escucha, haciendo lo que los demás hacen, para no desentonar con el medio en el que estoy. Esto es un grave error, porque cuando complacemos a los hombres antes que a Dios, terminaremos siendo esclavos del sistema en el cuál vivimos y defraudando nuestros principios y convicciones espirituales.
El apóstol Pablo en el libro de Gálatas, dice que como fariseo, antes sólo era movido por respeto a la autoridad humana y tratando de agradar a los hombres, y esto lo hizo errar en su comportamiento. Ahora Dios es que merece todo su respeto, por eso quiere agradarlo en todas las cosas y ser un verdadero siervo de Cristo. Para andar en integridad, es mejor ser esclavos de Cristo que de este mundo corrupto. Si queremos complacer a Dios, nuestras palabras y nuestros hechos deben agradarlo y no usar fachadas, mostrando lo que no somos, negando que le pertenecemos a Él.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
Puedes compartir este devocional en Facebook, Whatsapp, Twitter y LinkedIn