Quién como Él
2017-12-05
1. Oración inicial
Quién como tú Señor Jesucristo, que te hiciste hombre y tomaste forma de siervo para padecer por mis pecados y humillarte hasta la muerte. Venciste en la cruz y eres digno de toda exaltación y gloria. Quiero unirme a la adoración celestial reconociendo tu majestad y poderío. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos”. Hebreos 2:9-10
“Isaías 52:13-15 He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto. Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres, así asombrará él a muchas naciones; los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído”. Isaías 52:13-15
3. Reflexiona
Jesús fue humillado cuando vino a compartir su humanidad con nosotros, padeciendo la muerte de cruz. Su muerte fue el paso para su gloria, por eso fue coronado de honra y exaltado en los cielos. Al sentarse a la diestra de Dios Padre, nos dio la certeza de que someterá todas las cosas “debajo de sus pies” y gobernará con toda potestad y autoridad, como el Rey de los cielos.
El plan divino para la humanidad fue cumplido por medio de Jesucristo, que es el autor de la eterna salvación y el único camino para conducir a muchos hijos a la gloria, siendo la cabeza de esa multitud, destinada a compartir su honor y honra. Jesús a través del sufrimiento, la tentación y la muerte, fue perfeccionado como salvador de su pueblo. Sólo Él cumplió con todas las facultades expiatorias y aunque su pueblo no le reconoció, se avergonzó de él, no lo apreció y estimó, es el siervo de Jehová, engrandecido y exaltado.
Ese perfeccionamiento y consumación de su obra como el Mesías, trajo muchos beneficios para nosotros: La esperanza de gloria futura, la renovación de la creación, el establecimiento de nuevos cielos y nueva tierra, una patria mejor, una ciudad permanente, un nuevo orden mundial, que estará sujeto al Hijo de Dios, que se encargará de todo.
Por eso cuando nos encontremos confusos por el presente o llenos de ansiedad por el futuro, recordemos la posición y autoridad que tiene ahora nuestro Salvador. Él es el Señor de señores y el Rey de reyes. Descansemos en su infinita soberanía, si somos de Dios, no debemos temer ni al futuro, ni a la muerte. Jesús es la única puerta de entrada a la vida eterna. Entreguémonos por completo a Él y anunciemos su Verdad a los que están cerca, compartiendo esa esperanza de vida eterna, dada por la victoria de Cristo sobre la cruz. Motivémonos a adorarlo y exaltarlo.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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