Mi corona
2017-10-22
1. Oración inicial
Mi corona eres tu mi Señor Jesús, estás en mí y quiero honrarte con mi vida, mantenerme fiel a tu Palabra y anunciar tus maravillas. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.” 2 Corintios 5:10
“Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.” 1 Corintios 9:25
3. Reflexiona
Las coronas eran la recompensa o premio dado a los atletas durante los antiguos juegos griegos; una corona o guirnalda de hojas se colocaba en la cabeza de un vencedor como recompensa por haber ganado un concurso atlético. Sin embargo, la corona de hojas del participante en estos juegos terrenales se seca y se vuelve quebradiza.
No así las coronas celestiales que Dios ha reservado a quienes lo amamos; si bien la salvación es totalmente gratuita y es mediante la fe en Jesucristo, Dios nos enseña que con la perseverancia y la obediencia ganamos recompensas celestiales que son «una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros» (1 Pedro 1:3-5).
A los que amamos su venida, a los que perseveramos bajo la prueba, a los que somos fieles hasta la muerte, a los que retenemos lo que Él nos ha dado, a los que estamos firmes en el Señor, a los que anunciamos el evangelio y edificamos la iglesia del Señor. (1 Tesalonicenses 2:19-20), Dios nos ha prometido coronas incorruptibles, que son recompensas fruto de la fidelidad y obediencia a su palabra. No alcanzamos a imaginar todo lo que Dios tiene preparado para quienes lo amamos, conforme está escrito en su Palabra “…Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9)
Así que, como dice 1 Juan 5:3 “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”; como sus hijos, debemos guardar sus mandamientos y obedecerlos fielmente. Entonces, mientras soportamos pruebas, dolores, angustias y tribulaciones, mantengámonos fieles «Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe» (Hebreos 12:2) y recibiremos la corona que nos espera de acuerdo a nuestra perseverancia y trabajo en el Señor.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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