Templos santos

En espíritu y en verdad, me has enseñado Señor a adorarte, pues has colocado en mi tu Santo Espíritu, que me permite decirte “Abba” Padre, acercarme confiadamente al trono de la gracias y hallar misericordia. Amén.

“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.” Hechos 17:24-25
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” 1 Corintios 6:19

El Espíritu Santo es colocado en cada creyente por medio de la fe en Jesucristo y por lo tanto se cumplen las Palabras de Jesús cuando declaró “…..la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre…” y “…la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad…” (Juan 4:21-24); por lo tanto no adoramos a Dios en un lugar construido por manos humanas, o mediante ídolos o imágenes (Romanos 1:23) sino con todo nuestro ser, esto es: En nuestro cuerpo, presentándolo en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios (Romanos 12:1); en nuestra mente, alineando mis pensamientos a la verdad de Dios (2 Corintios 10:5) y en nuestro espíritu, en comunión con su Espíritu (Juan 14:26, 2 Corintios 13:14) con el cual hemos sido amalgamados (bautizados, unidos).

El efecto práctico de esta enseñanza, es la santidad completa a la que Dios nos llama; en nuestro cuerpo, rechazando todo lo malo, en nuestra alma no menospreciando la escritura, estudiándola profundamente y en nuestro espíritu, no apagando su Santo Espíritu, (1 Tesalonicenses 5:19-23), así seremos hallados irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo.