Débil.

Gracias mi Señor, tu eres mi escudo y la fuente de mi fuerza, tu gracia me es suficiente para vivir confiadamente y levantarme día a día en medio de este mundo de oscuridad, resplandeciendo tu gloria a través de mi propia vida. Amén

«Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.»
2 Corintios 12:9

La filosofía del mundo actual en decadencia, enseña al ser humano a que sea más fuerte y mejor que otros, como en una competencia atlética pero invadiendo carriles, empujando y tratando de ganar como sea necesario.
El fin justifica los medios, indica esta motivación equivocada y egoísta. Pero el débil, el desvalido, el que no ha acumulado riquezas y poder en la sociedad es una escoria, está sujeto a servidumbre por parte de «los poderosos».
El mensaje de Jesús es diferente y claro, aquel​ que más sirve a los demás, es el primero en el reino de Dios, aquel que es más humilde es más lleno de gracia, pero aquel arrogante y orgulloso será rechazado por Dios.
Si la semilla cae en tierra y muere, puede nacer y dar fruto (Juan 12:24), del mismo modo nosotros, si rendimos nuestro orgullo y nos sometemos ante la poderosa mano de Dios, seremos exaltados (1 Pedro 5:6), en arrepentimiento, acercándonos al más humilde de todos, Jesucristo, seremos hechos hombres nuevos, libres de  falsedad y arrogancia.