Equilibrio
2017-07-05
1. Oración inicial
Gracias, Señor, ayúdame a ser como tu, paciente y lleno de amor, manso y humilde para perdonar a mi ofensor y amar a quien me hace daño. Amén
2. Lee la palabra de Dios
«Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.»
Efesios 4:26-27
3. Reflexiona
Es inevitable enojarse, pero la Palabra de Dios nos enseña que esto debe durar un momento pero no mantenernos enojados. Jesús nos enseñó que si tenemos algo en contra de nuestro prójimo, vayamos primero y solucionemos, para que halla paz en nuestro corazón y luego volvamos a ofrecer la ofrenda a Dios; dejando el orgullo en el altar vayamos a buscar a nuestro prójimo. Es decir, la relación con Dios es afectada directamente si tengo conflictos con mi hermano o mi prójimo. Es como si Dios dijera «¿Vienes aquí a decirme que me amas, pero no amas a tu prójimo?». Santiago, por medio del Espíritu Santo, nos invita a tener un carácter equilibrado como el de Cristo, a ser tardo para hablar, lento para enojarse pero escuchar atentamente (Santiago 1:19). La Biblia claramente enseña que el enojo conduce al mal por esto se debe refrenar (Salmos 37:8), es como si abriéramos una puerta para que el enemigo entre libremente a hacer brotar una raíz de amargura en nuestro corazón (Hebreos 12:15).
Por esto no debemos dejar que el conflicto dure más de un día, si está en nuestras manos solucionarlo, debemos primero orar y luego ser obedientes y diligentes para colocarnos en paz con nuestro hermano, recordando que Jesús murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores; sin merecerlo El nos amó primero.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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