La culpa. Parte 2

Señor, quiero identificarme contigo, con tu sacrificio en la cruz y con tu resurrección, viviendo una vida santa, transparente, donde tu luz irradie a los demás, mostrando a través de mi vida qué amor tan grande nos has tenido.

«Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.». Hebreos 4:15

Es hermoso saber que lo que sostuvo a Jesús en la cruz no fueron los clavos, sino el amor, puesto que sufrió la cruz mirando lo que pasaría en nosotros cuando Él muriera. Condenaría al pecado en la cruz, en su propia carne y obtendría nuestras vidas. Cristo se hizo carne, cien por ciento hombre, se compadece de nuestra debilidades porque las sufrió y fue tentado en todo pero sin pecado ; sobre su carne fueron imputados nuestros pecados. Ahora, si Cristo se identificó con nosotros, en nuestra debilidades y se hizo en semejanza de pecado (2 Corintios 5:21), ahora quiere que nosotros nos identifiquemos con Él. Aceptemos su sacrificio y seamos semejantes a Él, guardando su palabra en nosotros, aceptando la realidad de la cruz y viviendo tal como Él vivió, haciendo la voluntad del Padre.
La palabra de Dios destaca este hecho contundentemente en 2 Timoteo 2:11”Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él;”.