¿Qué más me falta?
2017-04-26
1. Oración inicial
Señor Jesucristo, gracias por tu gran amor, por mirarme con misericordia y darme la oportunidad de estar a tu lado. Quiero entregarme a ti con todo mi corazón y mi vida y renunciar a cualquier cosa que me separe de ti. Que mi alma esté siempre gozosa de seguirte. Amén
2. Lee la palabra de Dios
“Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones”. Marcos 10:17-21
3. Reflexiona
Esta pregunta ¿Qué más me falta? Puede estar dando un vistazo de lo que realmente hay en nuestro corazón. Nos puede mostrar si somos sinceros en nuestra entrega a Dios. Puede mostrar de qué lado se inclina la balanza. ¿Estamos más entregados a la cosas del mundo, o a Dios? Seguir a Cristo cuesta y más cuando nos dice “Abandona esto por mí, y todo estará bien.”
Como ese joven, podemos estar poseyendo todo, menos la vida eterna. Si la queremos, debemos estar dispuestos a dejar todo lo demás para obtenerla. Esto implica una entrega de corazón y vida a Dios y renunciar a todas las cosas que nos separan de Él. En ninguna otra parte se ve más claro el costo del reino de Dios.
¿Cuánto estamos dispuestos a dejar para seguir a Cristo? El amor al dinero, los deseos de los ojos, los deseos de la carne, la vanagloria de la vida y los placeres nos pueden alejar del verdadero propósito al que Jesús nos ha llamado. Sin embargo vemos a un Jesús lleno de amor (Entonces Jesús mirándole, le amo), que ama a pesar de y que está siempre dándonos la oportunidad para que le conozcamos y nos consagremos a Él. La mirada de Jesús es la que transforma y traspasa. En donde somos blandos para con Dios es donde el Señor nos mira.
La barrera del joven rico que lo podía mantener fuera del reino, era su amor a las riquezas, el dinero representaba su orgullo, el éxito logrado y la autosuficiencia. Esa actitud lo incapacitaba para guardar el primer mandamiento de no permitir que nada fuera más importante que Dios. ¿Qué barreras nos están impidiendo entregar nuestra vida a Cristo?
Separarse de Cristo debe producir tristeza y vacío en el corazón. Hay una separación penosa entre Jesús y este joven. Lamentó no poder ser un seguidor de Cristo en condiciones más fáciles, su amor no estaba puesto en Jesús sino en sus posesiones y dejarlas le dolía más.
Una cosa nos falta…La única cosa buena desde el punto de vista de Jesucristo es que estemos unidos con Él y que nada nos separe de su amor. Busquemos primeramente el reino de Dios y su justicia y todo lo demás nos será añadido.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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