Dios confirma sus promesas con juramento
2017-04-12
1. Oración inicial
Señor Jesucristo, ayúdame a confiar en ti y a creer en tu Palabra en los momentos de dificultad, que siempre ponga mi mirada en ti, ya que todas las promesas salvadoras de Dios han sido cumplidas con tu muerte y exaltación celestial. Permíteme aferrarme a la esperanza de que compartiré contigo la herencia eterna. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa. Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación. Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”, Hebreos 6:13-20
3. Reflexiona
Cuán difícil es para nosotros, cumplir promesas. Fácilmente olvidamos lo que hemos prometido, pero Dios no es así, sus promesas son la garantía de que quiere bendecirnos en nuestro caminar y las confirma con juramento. Somos herederos de sus promesas y Él las cumple pase lo que pase.
A veces pensamos que Dios se ha olvidado de lo que ha prometido y nos desalentamos, dejamos de orar y dudamos. Olvidamos que el tiempo de Dios es distinto al nuestro y que Él actúa en el momento preciso, que Dios no es hombre para mentir, ni para arrepentirse de lo que ya ha establecido para nosotros.
Aun cuando nuestras necesidades parezcan demasiado grandes para seguir esperando la respuesta, debemos alentarnos y esperar en Dios. No perder la esperanza desviando nuestra fe y colocándola en cosas o personas que nos ofrecen una salida más rápida.
Las promesas de Dios son confiables e invariables porque Él es inmutable. Cuando le hizo la promesa a Abraham lo hizo jurando es su propio nombre. Su juramento era tan confiable como su Nombre. Dios es bueno y encarna toda verdad por eso no puede mentir.
Así como un barco se ancla con firmeza en el fondo del mar, nuestra esperanza debe estar anclada en Dios, porque es fiel a lo que ha prometido. Esa seguridad debe darnos ánimo y confianza.
La base de nuestra esperanza no es pensar “ojalá” sobre el futuro, sino la solemne promesa de Dios. Las promesas salvadoras de Dios ya han sido cumplidas en Jesucristo, esto debe darnos el aliento necesario para creer que aquellos que confían en Jesús compartirán con Él la prometida herencia eterna.
Podemos acercarnos a él con confianza ahora mismo porque Jesús, nuestro sumo sacerdote celestial, ha ofrecido el perfecto sacrificio y se ha sentado a la diestra de Dios. Cristo está intercediendo continuamente por nosotros.
En momentos de angustia sus promesas deben volverse tangibles para nosotros. Recordemos que con la sangre de Cristo y su Palabra estamos blindados, protegidos de toda artimaña del enemigo y de todas las circunstancias adversas. El Señor quiere que confiemos en Él. Que vivamos por fe y no por vista.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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