El sábado anterior a la Resurrección
2017-03-27
1. Oración inicial
Señor Jesús, tú no te quedaste en esa fría tumba, venciste la muerte; prevaleció la verdad sobre la mentira, la justicia sobre la injusticia, la lealtad sobre la traición, el bien sobre el mal, la vida sobre la muerte, para que hoy, yo goce de una vida con propósito, y mi salvación eterna. Gracias Jesucristo amado. Amén
2. Lee la palabra de Dios
“Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno. Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús”, Juan 19:41-42
3. Reflexiona
Detengamos la historia en ese instante en que el cadáver de Jesús está en el sepulcro. Anás, Caifás, Pilato, Judas, Barrabás han triunfado; la mentira ha prevalecido sobre la verdad, la injusticia sobre la justicia, la traición sobre la lealtad, el bien sobre el mal, la muerte sobre la vida, los designios del hombre sobre la voluntad de Dios. Si todo se detiene allí la enseñanza de Jesús es el discurso inconsistente de un alucinado que se creía hijo de Dios, afirmaba que tenía el poder para resucitar, prometía su regreso en gloria y hablaba de un juicio sobre la humanidad que lo tendría como protagonista. Pero por sobre todo se frustraría el objetivo central de la venida del Hijo de Dios a la tierra que era responder al interrogante fundamental de la existencia humana: el sentido de la vida y de la muerte.
El sábado previo a la resurrección, cuando el cuerpo de Jesús estaba todavía en el sepulcro, fue el día en que la angustia se materializó para la humanidad porque todos los interrogantes quedaron sin respuesta.
El sábado en el que el cadáver de Jesús reposa en el sepulcro, resuenan sobre toda la humanidad las antiguas sentencias, pero sin esperanza: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”, “porque la paga del pecado es muerte”. Mientras Jesús está en el sepulcro el problema de la muerte no tiene respuestas y tampoco sabemos si la vida vale la pena vivirse.
Cuantos hoy, aún siguen viviendo como en aquel sábado lúgubre, en angustia, sin esperanza, como en derrota total, pero Jesús no se quedó allí, El resucito con gran poder para darnos propósitos para vivir. Busca a Cristo resucitado y tu vida cambiara.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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