Secreto de la verdadera felicidad
2017-03-09
1. Oración inicial
Padre Amado quiero alabarte y glorificarte en todas las circunstancias de mi vida, sea que tenga escasez, así como abundancia, aunque mis anhelos no se cumplan, aunque todas las cosas me salgan mal con todo yo te adoraré y te exaltaré y me gozaré en ti Dios todopoderoso. Gracias Señor. Amén
2. Lee la palabra de Dios
“Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar”, Habacuc 3:17-19
3. Reflexiona
Si el dinero pudiera garantizar la felicidad, los ricos serían mucho más felices que los demás, pero la realidad demuestra lo contrario. Las personas felices no persiguen el dinero, porque han encontrado su felicidad en obedecer los mandamientos que Dios ha establecido; pues la felicidad no es ausencia de problemas, sino vivir bajo la voluntad de Dios.
El dinero no puede comprar la felicidad. Por mucho que tengas, siempre querrás más. El temor y la inseguridad siempre te van a susurrar al oído: Necesitas más para vivir seguro.
Pablo nos enseña el secreto de vivir dichoso en cualquier situación y dice: “pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad”
Cuando tu meta es cumplir el llamado de Dios para tu vida, el dinero pasa a segundo plano y lo primordial para tu vida será la salvación y la satisfacción de saber que estás cumpliendo lo que Dios te ha encomendado. La persona verdaderamente feliz es aquella que hace caso de la verdad de Dios y su delicia está en la ley de Jehová.
Que nuestra oración no sea de tanto pedir sino más bien de glorificar y gozarnos en el Dios de nuestra salvación como lo hacía el profeta Habacuc.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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