Poco es a menudo mucho en las manos de Cristo
2016-09-19
1. Oración inicial
Amado Señor, en medio de mis flaquezas y debilidades, dame la fe suficiente para verte obrando milagros en mi vida. Reconozco mi incapacidad, por eso enséñame a pensar en términos sobrenaturales y a llamar las cosas que no son, como si fuesen. Te entrego lo que soy y lo que tengo, para que lo uses y multipliques para tu gloria. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos. Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos. Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones. Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían. Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido”, Juan 6:3-13
3. Reflexiona
Alguien decía: “Cuando Dios quiere hacer algo bueno, Él comienza con una dificultad. Cuando está a punto de hacer algo grande, comienza con una imposibilidad”. En los momentos en que nos enfrentamos a cosas imposibles, a problemas que parecen sin solución, a enfermedades que no se curan. Cuando hemos agotado todos los recursos, cuando nuestras fuerzas se acaban y no vemos una clara salida, es allí, cuando Dios obra milagros, señales, y prodigios.
Cuando Jesús divisó esa multitud que lo seguía, hambrientos y agotados, tuvo compasión de ellos. Felipe era el discípulo de Jesús que conocía bien la región y sabía los recursos que allí se encontraban. Sin embargo, cuando Jesús le preguntó dónde podían obtener alimentos su respuesta fue desconsoladora. Dijo que en caso de que se pudiera conseguir, costarían más de 200 denarios darle a cada persona un bocado. Era el salario diario de un obrero. Esto multiplicado por cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños, era una misión casi imposible. Cuando tenemos puestos los ojos en las circunstancias de la vida, en lo que nos cuesta sostener nuestra vida y la de nuestra familia, quizás nuestra respuesta como la de Felipe sea demasiado racional y lógica. Terminamos diciendo: “no se puede”.
Dios nos llama a pensar en términos sobrenaturales. Es aquí donde aparece en escena Andrés. Había encontrado a un muchacho que tenía cinco panecillos de cebada y dos pescaditos y se lo llevó a Jesús. Pensó que su maestro, podía hacer algo con eso, abrió su mente a lo sobrenatural, puso su confianza plena en Dios. Había visto tantas cosas grandes a través de Jesús, que quizás se dijo a sí mismo: «¿por qué no? Yo puedo hacer solo hasta aquí, seguro que Jesús hará lo demás». Cuando le trajo al muchacho, fue el primer paso para que Jesús hiciera el milagro.
Cuando enfrentamos situaciones sin esperanza, Cristo está probando nuestra capacidad de pensar. Está probando nuestra fe y quiere que admitamos nuestra propia incapacidad y nos apropiemos del poder de Dios. Recordemos que Dios no hará algo que podamos hacer por sí solos; Dios hará siempre lo que no podemos hacer, lo imposible, lo difícil, porque para Él no lo es. Pero quiere que demos los primeros pasos en fe.
Jesús no necesita grandes cosas para obrar un milagro, necesita sólo fe como la de un grano de mostaza. Jesús necesita lo que le podamos ofrecer. Puede que no sea mucho, pero Él lo necesita. Necesitamos traerle a Jesús lo que tenemos y lo que somos, en fe. Él puede transformarlo en algo grande. Recordemos que poco es a menudo mucho en las manos de Cristo.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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