La bondad: Un fruto del Espíritu Santo
2016-08-02
1. Oración inicial
Amado Dios, bien dice tu Palabra, que eres bueno, que eres fortaleza en el día de angustia y conoces a los que en ti confían. Por tu gran bondad, no hemos sido consumidos. Enséñame a través de tu Espíritu a ser bondadoso, paciente y benigno, a llevar el evangelio con amor y amabilidad, ayudando a mis semejantes. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“El rey le dijo: ¿No ha quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios? Y Siba respondió al rey: Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies. Entonces el rey le preguntó: ¿Dónde está? Y Siba respondió al rey: He aquí, está en casa de Maquir hijo de Amiel, en Lodebar. Entonces envió el rey David, y le trajo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar. Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a David, y se postró sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-boset. Y él respondió: He aquí tu siervo. Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa”, 2 Samuel 9: 3-7
“Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían”, Nahum 1:7
3. Reflexiona
Vivir en piedad es vivir en el Espíritu de Dios, a la vista de Dios, de acuerdo con la voluntad de Dios. Estando siempre conscientes de la presencia de Dios en nuestras vidas. Practicar el perdón y la bondad es una forma de imitar a Dios. David en este pasaje se ve así mismo actuando en favor de Dios. Su actitud hacia Mefi-boset ilustra la misericordia de Dios. Él lo lleva a vivir a su casa y le da una pensión real por el resto de su vida. No actuó solo por el pacto de amistad y solidaridad que había hecho con Jonatán, sino por el amor y la compasión que nacen de un corazón rendido a Dios. Un buen corazón, debe verter siempre bondad, al igual que un buen manantial, buen agua.
Mefi-boset, sería ahora uno de los hijos del rey. En esto David representa a nuestro Señor, quien redime, restaura y nos trae a la mesa de nuestro Padre celestial en paz. Una verdadera y auténtica bondad es un “fruto del Espíritu”. Que es una cualidad que nos debe llevar a regir nuestra vida por lo bueno y la meta será siempre el bien. La palabra “bueno” en lenguaje escritural significa “ser como Dios”, porque solo Dios es perfectamente bueno. Es más que hacer el bien. El Espíritu Santo debe producir en nosotros la bondad, que no es otra cosa que el amor en acción. Es una justicia demostrada en el diario vivir, es el buen hacer de un buen corazón, que le gusta agradar a Dios y que lo hace sin esperar recompensas.
La bondad nunca está sola siempre va acompañada de la paciencia y la benignidad (afabilidad) o amabilidad que deben inundar nuestro ser e irradiarse a los demás.
Qué fácil resulta ser impacientes y duros con los demás. Muchas personas se han desilusionado por el farisaico, frío y rígido cristianismo que algunos creyentes muestran. “El siervo de Dios no debe ser contencioso, sino amable para con todos”, decía el apóstol Pablo. Y Santiago añadió: “La sabiduría que viene de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable y benigna”.
El Señor Jesucristo anhela que este tipo de bondad, sea el distintivo de la vida de todo cristiano.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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