Por fe hay que pisar tierra

Padre Amado, has encomendado tu obra en mis manos, no importan mis años, si pocos o muchos, sé que mi fe en ti, me hará poseer la tierra prometida. Gracias mi Señor. Amen

“Yo era de edad de cuarenta años cuando Moisés siervo de Jehová me envió de Cades-barnea a reconocer la tierra; y yo le traje noticias como lo sentía en mi corazón. Y mis hermanos, los que habían subido conmigo, hicieron desfallecer el corazón del pueblo; pero yo cumplí siguiendo a Jehová mi Dios. Entonces Moisés juró diciendo: Ciertamente la tierra que holló tu pie será para ti, y para tus hijos en herencia perpetua, por cuanto cumpliste siguiendo a Jehová mi Dios”, Josué 14:7-9

El Espíritu Santo hace relatar en el libro de Josué la fe y la actitud de Caleb, que vino a Josué para pedirle un lugar que él también pudiera conquistar: “Josué, mi viejo amigo”, dijo (él había acompañado a Josué a espiar la tierra), “no me des una tarea fácil. Quiero tomar aquel monte donde viven los anaceos con sus ciudades grandes y fortificadas. Dámela por heredad. Sé que con la ayuda de Jehová los echaré de allí”.
Que la realidad del llamado de Dios y la confianza de su presencia así como sus promesas nos estimulen a una acción resuelta. En nuestra vida talvez, apenas hemos cruzado el Jordán pero adelante está la vasta tierra prometida, aquella que fluye leche y miel. Es nuestra para ocuparla. ¿Acaso somos lo suficientemente valientes, emprendedores y crédulos como para abrazar la promesa de Dios y empezar a poseerla paso a paso? Y no importa nuestra edad para emprender las obras que Dios quiere que hagamos