¿Eres bienaventurado?

Señor, quiero ser bienaventurado y amar tu Palabra, sé que mi realización plena dependerá de la obediencia firme e inalterable a tus mandamientos. Amén.

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará”.

Una persona bienaventurada es una persona realizada. ¿Por qué no experimentamos la realización total? Quizás como dice el salmo uno, por escuchar otras voces y no la de Dios (consejo de malos), por hacer lo que no debo hacer (camino de pecadores) y por sentarme en vez de actuar (conformarme con la conducta de los impíos).
La Palabra de Dios debe volverse el deleite para nuestra alma, para nuestro espíritu y nuestro cuerpo. El secreto es meditarla de día y de noche. ¿Cuánto tiempo invertimos para este deleite? Meditar en la Palabra de Dios es pensar a cerca de las grandes cosas que ella contiene y como aplicarlas a nuestra vida, debe ser la regla de nuestras acciones y la fuente de nuestro consuelo.
Los resultados se verán cuando entendamos que necesitamos depender de Dios y su Palabra. Seremos plantados o sea asegurados en Cristo, llenados de su Santo Espíritu (Junto a corrientes de agua) y lograremos lo que queramos (dará su fruto a su tiempo), es lo que Dios quiere para nuestra vida y la de otros.