Luchando según la potencia de Dios
2015-11-27
1. Oración inicial
Señor gracias por tu Santo Espíritu, que es la potencia tuya en mí, para poder ser ese instrumento de trasformación, instrumento para honra, santificado, útil y dispuesto para cumplir tu mandato de la Gran Comisión. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
«para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí».
» Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia».
» no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica».
3. Reflexiona
Sabemos por la Palabra, lo que debemos hacer, pero nos enfrentamos a la realidad diaria, al ser enviados por el Señor a este mundo perdido y en tinieblas. Necesitamos de su ayuda para convertirnos en esos instrumentos de trasformación. Sólo por la potencia (“fuerza o poder”) de Él en nosotros, podemos lograrlo. Toda esa potencia conjuga muchas cosas: poder, amor, fe, paciencia, bondad, dominio propio, usar bien su Palabra, etc.
Recordemos que no es en nuestras fuerzas, sino con su potencia, ante la cual siempre se rendirán y responderán las personas cuando les hacemos el llamado a través del evangelio de Cristo Jesús.
Nuestra doble realidad es que humanamente somos débiles y sin importancia según lo que nos dice su Palabra, “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos”. Pero desde el punto de vista de Dios “somos ministros competentes de un nuevo Pacto”. La verdad es que independientemente de lo que somos Dios nos está llamando para usar nuestras vidas para su Reino. En nosotros está el responder a ese llamado y obedecer, creyendo al Señor lo que puede hacer a través de nosotros.
No olvidemos que “EL EVANGELIO ES PODER DE DIOS PARA TRASFORMAR” y Dios nos lo ha dado.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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