Antes de ti no había nada en mí
2015-11-12
1. Oración inicial
Amado Jesús, te doy infinitas gracias por haberme rescatado de mi vana manera de vivir y darme una nueva oportunidad de vida, haciendo de mí esa persona que tú quieres que sea. Ayúdame a evangelizar, para ayudar a aquellos que todavía no te conocen. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
«Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor le dijo: Levántate, y vé a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. El Señor le dijo: Vé, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel»
3. Reflexiona
Los registros del “antes y después” de las personas que han sido tocadas por Dios, son muchas no solo en la Biblia, sino en los testimonios que a diario escuchamos de cada persona que entrega su corazón a Cristo.
Los obstáculos son vencidos, las vitorias son logradas, los plebeyos son cambiados en reyes, los esclavos alcanzan liberación, los que no se conocen se vuelven héroes nacionales, los débiles se hacen fuertes, los pecadores se vuelven santos, los cobardes se hacen valientes, simples pescadores son trasformados en apóstoles, el hombre sin esperanza se levanta por convicción, los borrachos y viciosos son restaurados, los infieles se vuelven íntegros ,los violentos y envanecidos se vuelven tiernos y humildes, etc.
Por eso hay esperanza para aquel que está sumido en la desesperación, en la aflicción y está perdido en las tinieblas. Dios puede sacarlo de la más densa oscuridad, porque Él quiere y puede transformarlo en una nueva criatura. Para Él no hay nada difícil, ni imposible.
El testimonio de hoy es el del Saulo, un arrogante fariseo, intelectual y conocedor de la Ley de Dios, que fue el mayor oponente de la iglesia, persiguiendo a todos los seguidores de Cristo y que consintió la muerte de muchos. Este hombre que parecía poderoso y atemorizante a los ojos humanos, tuvo un encuentro personal con Cristo, donde su ego fue totalmente desnudado y dominado por Jesús resucitado. Ese hombre, se convirtió en el más grande defensor del evangelio de Jesucristo, fue cambiado en otra persona, Pablo el apóstol y más grande misionero de la iglesia primitiva. Esto nos muestra que Dios puede hacer de nosotros lo que Él quiere que seamos.
Dios nos llama a orar y a evangelizar para darle la oportunidad a aquellos que todavía no se han encontrado con Jesús.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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